
No hay voluntad. Tampoco interés. Vivir una vida digna en los tiempos que corren parece una utopía. Me abruma y soy incapaz de comprender el nivel de inhumanidad que recubre a parte de nuestra sociedad. Nos hemos vuelto tan egoístas que nos asusta acercarnos al dolor ajeno.
Apenas hace unos días leía con asombro el siguiente titular: “El Ayuntamiento de Alicante reclama 211 euros a una joven por rescatarla cuando intentaba suicidarse”. Asombrada e impactada, continué leyendo y me encontré con la historia de una joven que, ahogada por las deudas, intentó quitarse la vida aunque afortunadamente sin éxito gracias al aviso de una persona de su entorno. Sobrevivió, pero un año más tarde recibió la carta de la Concejalía de Hacienda del Ayuntamiento de Alicante que le reclamaba el importe de la factura por la intervención de los bomberos. Nos hemos convertido en seres tan arrogantes que tratamos de hacer negocio con el sufrimiento ajeno.
Sociedad fragmentada, individualista y egoísta
Situaciones como esta repiten a diario. No nos detenemos a socorrer a quienes acaban de sufrir un accidente, tampoco intervenimos cuando alguien se encuentra en peligro, más bien lo que acabamos haciendo es mirar hacia otro lado autoconvenciéndonos de que eso no va nosotros. Me cuesta recordar esos días de confinamiento en los que la mayoría salíamos al balcón justo a las 20:00h de la tarde para aplaudir a todos los profesionales que trabajaban duro por protegernos, porque esa pizca de humanidad y agradecimiento parece haberse esfumado. ¿O acaso nunca existió?
Parece que solo nos importan los demás cuando nos vemos reflejados en ellos, pero hacemos muy pocos esfuerzos para intentar comprender la batalla interior que libra cada uno. Quizás si de verdad fuéramos tan empáticos (como muchos afirman ser), si de verdad nuestras intenciones fueran ayudar y no castigar o culpar a quienes, por ejemplo, atraviesan por una situación económica complicada que les lleva a intentar quitarse la vida, solo quizás así consigamos construir una sociedad digna y humana.
Actuar. Más necesario que nunca
Negociar con la salud mental es un despropósito y no podemos permanecer de brazos cruzados esperando a que algo cambie. No va a cambiar nada mientras no hagamos nada para que eso ocurra. Seguir mirando hacia otro lado solo nos conducirá al abismo y cuando caigamos será muy difícil remontar.
¿Sabían que cerca de 3 millones de personas en España ya han sido diagnosticadas por depresión? Actualmente es la enfermedad mental prevalente en nuestro país. Las cifras también siguen creciendo en lo que se refiere al suicidio. En el año 2021, 4.003 personas se suicidaron, datos que sitúan a este grave problema como la principal causa de muerte no natural en nuestro país.
Pero conozco a muchas personas que ya están trabajando para que las cosas empiecen a cambiar. Porque ya es hora. Aceptar un sistema que no quiere garantizar una vida digna es sucumbir a los intereses de quienes nos gobiernan.