
Hace unos días, al llegar a casa, enciendo la televisión y... noticia: nuevo accidente de tráfico con dos víctimas mortales y un herido grave.
La diferencia entre ésta y otras noticias parecidas es que en ésta ocasión una de ellas era un conocido deportista, por lo que, como no, los medios iban cargados y las tertulias, como siempre y a falta de carnaza, supieron sacarle provecho.
Pero nadie se cuestiona el por qué
¿Por qué se pone a disposición del público un vehículo a motor que puede alcanzar los 237 km/hora cuando la velocidad máxima permitida en España es de 120 km/hora?
¿Por qué se permite a determinados fabricantes poner en manos de un ciudadano un arma de éste calibre que resulta letal una vez pisa el asfalto?
Ya lo decía Sabina: pisa el acelerador… Las grandes marcas nos lo ponen fácil: deportivos con características similares a los monoplazas de F1 dispuestos a circular por nuestras carreteras convencionales, cuyo limite son 120 km/h. Una broma, vaya….
La impunidad con la que los gobiernos han permitido hasta el momento la fabricación y comercialización de éstas máquinas les hace cómplices de los delitos que debería perseguir nuestro laxo y permisivo Código Penal, que ni tan siquiera se atreve a castigar semejantes conductas- y si lo hace finalmente el pacto con Fiscalía te salva de la peculiar condena…
Quizás convendría reflexionar al respecto….
Les invito a presentar una iniciativa legislativa, a ver qué mayorías conseguimos en los tiempos en los que estamos.