
Normalmente, uno no anda por ahí deseando encontrarse en según que tipo de situaciones incómodas, donde la vida te pone de manera casi arbitraria. En esos casos, hay que darle la vuelta a la cosa y hacer periodismo con estricto apego a la profesionalidad. Por circunstancias del propio trajinar policial, tuve la oportunidad de conversar con uno de los sicarios actualmente a sueldo del el cártel de Sinaloa, cártel cuyo máximo dirigente, el Chapo Guzmán, es conocido mundialmente.
Por obvias razones de seguridad, algunos datos siguen siendo confidenciales y de uso restringido: ni nombres ni, espacio breve de tiempo y la cara cubierta: Además, pidió que las preguntas no dieran a conocer información que comprometiera la operatividad de la célula en la que se desempeña como matón. Las preguntas, a modo de charla informal, fueron las que destacoa continuación.
Como sabía de sus antecedentes en el ejército, iniciamos la entrevista por esa cuestión.
—¿Qué ha sucedido en el Gobierno que tantos exmilitares se han sumado a los cárteles de la droga en México?
—Nos adiestran para matar. La violencia, en México, ha sido uno de los más grandes negocios de la historia. Fui entrenado en las montañas, en el desierto y en condiciones muy complejas para, posteriormente, llegar a Juárez para llevar a cabo 'combate' urbano.
—¿No esperarían tratar a los delincuentes con mimos y caricias?
—Tuve que cometer un sinnúmero de abusos, de los cuales me hicieron responsable legalmente. Después de eso, el Gobierno me dio la espalda.
—¿Por qué cruzar al lado oscuro?
—Porque hay dinero, hay mejor organización y, sobre todo, apoyo a quien entra sin miedo. Te explico mejor: es una empresa con una visión más definida, esto es, un trabajo como cualquier otro, la gran diferencia es que sí hay amparo a quien tiene ganas de salir adelante.
—¿Pensaste algún día llegar a convertirte en un sicario?
—La verdad, no; siempre fui patriota, me gustaba ser militar y, de algún modo, me negaba a ver qué era lo que estaba sucediendo en todas las corporaciones. La corrupción nunca llegará a su fin en un país como éste, donde todo es oportunidad y lo ilegal genera grandes ganancias a los políticos y a todos aquellos que alrededor del Gobierno. Los criminales son ellos.
—Estuviste detenido cuatro años por algunos delitos como posesión de arma de fuego, tráfico de drogas y robo. ¿Después de la disciplina militar, qué te llevó a ese mundo del crimen?
—El hambre, la necesidad de tener un empleo. En el ejército te desechan como basura cuando ya no eres útil y nunca piensan en que somos gente entrenada que circulará libre por las calles. Quizá lo hacen con toda la intención, para que terminemos apoyando a un cártel; al menos donde yo estoy, la gran mayoría son exmilitares, eso facilita el orden y la disciplina interna. Empecé a consumir drogas y una cosa me llevo a otra, pero sólo yo tomé la decisión de ganar dinero matando gente y sirviendo a esta organización.