Opinión

Corrupción en México: Políticos de quita y pon

En temas de política criminal se han vertido ríos de tinta buscando la solución a la interminable ola de violencia en suelo mexicano; propuestas que se quedan en el intento de mejorar las condiciones de vida en una Ciudad Juárez estigmatizada por toda clase de actos violentos.

Durante las campañas electorales, van a parar a la basura millones de dólares destinados a gastos de publicidad, que tienen como fin comprar espacios en cadenas de televisión, radio, redes sociales y rótulos espectaculares, para tratar de influir en un electorado más incrédulo, mientras miles de estudiantes carecen de presupuesto para culminar proyectos con un alto valor para la sociedad actual.

Del mismo modo, el presupuesto para deportistas universitarios y otros tantos que destacan desde las zonas marginadas, prevarican junto a las acciones insólitas de gobiernos que basan su realidad en la demagogia.

Iván Antonio Pérez participó en las elecciones para diputado federal de 2018 como candidato independiente por el distrito 03 de Ciudad Juárez (uno de los más grandes del país y catalogado como el bastión que nunca había perdido el Partido Revolucionario Institucional), sin partido, sin un discurso atiborrado de promesas, pero buscando la solución desde un enfoque inteligentemente simple: educación, salud y seguridad, planteada en defensa de los agentes.

Conduciendo un Volkswagen ‹escarabajo›, sin actos ostentosos, fue recibido por miles de ciudadanos, escuchando las necesidades de quienes colocan a los políticos en cargos públicos y después terminan olvidados por un sistema de robo, corrupción y tiranía.

Para llegar a la candidatura independiente, Iván Pérez necesitaba cerca de 5.500 firmas de ciudadanos que respaldaran su postulación. Sin embargo, al final del proceso —cerca de 40 días—, consiguió aproximadamente 15.000 apoyos que, según el Instituto Nacional Electoral, lo colocó en el primer lugar, a nivel nacional, en recolección de firmas. 

Iván dijo «la criminalidad no terminará con un ejército en las calles; la criminalidad acabará cuando todos tengamos las mismas oportunidades de vivir de manera digna en esta sociedad llena de injusticias y simulación institucional». A pesar de no ser favorecido en las urnas, su aceptación ha crecido de manera escalofriante para los dinosaurios que se aferran a los puestos de cuello blanco, bolsillo indecoroso y doble moral.

Propuso un proyecto de coordinación, donde la educación tuviera un rumbo distinto, para lograr en los niños y jóvenes un pensamiento crítico adherido a los valores del servicio y el bienestar común, mediante algo muy simple: «Con hambre no entran las letras», por ello instó a recuperar los desayunos escolares en las escuelas más pobres. En caso de no conseguirlo mediante presupuesto federal —aseguró—, buscaría apoyo empresarial para hacerlo.

Así mismo, en su programa electoral, se comprometió a donar 10.000 pesos semanales de su sueldo —unos 400 euros— en materiales de construcción para la mejora de las escuelas de su distrito, casi 400 euros semanales destinados a pequeños apoyos, poco más de 20.500 euros anuales que buscaban solucionar esquemas básicos de necesidades en los planteles educativos, sin mencionar la gestión de recursos de orden nacional.

Siendo la salud una preocupación de primer orden, intentó reunir proyectos diseñados por profesionales en materia de modernidad: «Necesitamos atender las causas, no solo los síntomas». El sistema de salud en Ciudad Juárez está enfermo de dirigentes que nada saben del quehacer de los profesionales de la salud. El malestar que aqueja a los servicios médicos se llama falta de humanidad. A pesar de su corta edad, en relación al promedio de otros políticos, Iván reúne la aceptación y simpatía de un pueblo que tiene apetito de un gobernante que deje el protagonismo y se aplique al trabajo que tanto requiere esta sociedad, víctima de los partidos políticos y el monopolio Iglesia-Estado.

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