Opinión

Estos son mis principios, pero si me conviene, tengo otros

Josep María Campos
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Acaban de cerrarse las listas para las elecciones del 28 de abril y las formaciones políticas han estado intentando pescar o figuras mediáticas o tránsfugas de otras formaciones hasta el último minuto.

Aquí en Catalunya se están dando casos realmente significativos que enmarcan y definen perfectamente a sus protagonistas, a los y las tránsfugas por un lado y por otro a aquellas formaciones que propician, facilitan y promueven que se den esas situaciones grotescas que en nada ayudan a la credibilidad política tan deteriorada en los últimos tiempos.

Se da la circunstancia de que algunos partidos receptores de transfuguismo no lo hacen por la rentabilidad que en términos electorales le pueda aportar el tránsfuga, caso de ERC, si no por el deterioro mediático que esta acción le puede representar al partido del que procede en personaje en cuestión. ¿Dónde ha quedado el pacto antitransfugismo que firmaron todas las fuerzas políticas del País en 1998?

Hay dos definiciones del comportamiento del transfuguismo que encajan perfectamente con los acontecimientos últimos ocurridos en Catalunya, caso Joan Josep Nuet y de Elisenda Alamany.

Podemos encontrar en el diccionario expresiones muy clarificadoras de este comportamiento…a menudo el transfuguismo tiene lugar por motivos ilegítimos, inconfesables y socialmente inaceptables más que ideológicos… o, … es frecuente que el tránsfuga cree un partido político como cobertura de su acción…

Nuet y Alamany, han creado SOBERANISTAS y NOVA, para negociar con ERC, uno para integrarse en las listas de las generales (4) y la otra para las Municipales en la Ciudad de Barcelona (2).

Está claro que ni en el caso de las generales ni en el de las municipales ERC necesita de la “aportación” electoral que estos “personajes” puedan representar, si en cambio la incidencia negativa y el deterioro que este transfuguismo le puede hacer a en Comú Podem grupo del que proceden, lo cual deja realmente en muy mal lugar desde el punto de vista ético tanto a los tránsfugas como al partido receptor, ambos son conscientes del uso dañino del juego.

El respeto al oponente político ha dejado de ser un principio en el comportamiento de algunos partidos, explicaré un ejemplo que vale la pena retener. Pascual Maragall en su época de Alcalde de Barcelona y presidente de la Mancomunidad de Municipios del Área Metropolitana mostraba un gran aprecio personal a uno de los Alcaldes del entorno metropolitano, que militaba en otra formación política; jamás de dirigió a él para intentar captarlo para su partido a pesar de que era conocedor de las diferencias que el Alcalde tenía con la formación en la que militaba, fue absolutamente respetuoso.

Solo se dirigió a él en el momento en que éste abandonó la militancia en su partido, entonces fue cuando le ofertó sumarse a sus filas, oferta que el Alcalde referenciado rechazó por coherencia con sus ideas.

Es curioso cómo 28 años después (esto ocurrió en el 91) otro Maragall, no tiene con sus oponentes políticos ni el respeto, ni la prudencia ni la actitud ética que mantuvo siempre Pascual. Se notan a faltar en la política estos comportamientos de “savoir-faire”.

El transfuguismo denigra a quien lo practica, envilece la acción política y reduce la dignidad a un puro mercantilismo, “estos son mis principios, pero si no os gustan, tengo otros”. Curiosamente ningún tránsfuga abandona el sueldo ni el escaño que ganó con su formación de origen, o no lo hace hasta que no tiene “amarrado” el puesto, lo cual deja claro el carácter de su acción no ideológica sino puramente personal e interesada.

Tránsfugas, generales y toreros, priman en la política de fichajes de última hora, parece ser que para los partidos protagonistas de estos hechos los intereses y ambiciones personales, o las añoranzas del pasado franquista o la fiesta nacional, sean los problemas que angustian a los Españoles: los intereses colectivos, los valores de la democracia y de la libertad y el respeto a todo ser vivo, si eso, ya veremos.

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