Opinión

Mercadillo semanal

Josep María Campos
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Eso es justamente lo que me parece la actual política de fichajes, me recuerda aquel grito en el mercadillo para vender bragas y calzoncillos, y venga María un euro tres bragas, la que no lleva bragas es porque no quiere!

Y este fenómeno se da en todas las familias, pero si alguien se lleva la palma es Ciudadanos. Empezaron con sus fichajes mediáticos… daba igual que no tuvieran ni pajolera idea de política, ya aprenderán, o no. A ese tipo de fichajes lo llamaron “incorporar a los ciudadanos a la política” para enmascarar lo que era una pura maniobra mediática y así pudimos ver cómo un gris cómico de pacotilla (Felisuco) y un eterno aficionado a actor (Toni Cantó) se convertían en sendos diputados en las Cortes Generales, para mayor gloria de la farándula intrascendente.

La evolución en la desfachatez ha sido constante, un partido que se presentaba como garante de la regeneración democrática ante los partidos del bipartidismo, acaba fichando a Silvia Clemente expresidenta del Parlamento de Castilla y León por el PP con más de 20 años viviendo de cargos públicos y de quien Maroto dice que existen dudas sobre su honestidad: subvenciones a su marido y señalada en la trama Gurtel, ahora con pucherazo incluido en las primarias.

O como parece ahora el más que posible fichaje de la Susanista exportavoz del PSOE en el Congreso Begoña Rodríguez. No importa de donde vengan o que se suban al carro para seguir en la “profesión” ante los más que probables vetos de las formaciones de las que proceden.

El PP después del ridículo vivido tras el fichaje-abandono de Ruth Beitia, que dimitió a los 15 días de su presentación como candidata anda ahora con pies de plomo intentando mantener un equilibrio entre continuar con el mercadillo de fichajes y tranquilizar a sus cargos públicos ante el miedo que les provoca quedar fuera por la irrupción de Vox.

Ese miedo es el responsable de que David Pérez Alcalde de Alcorcón sea el número dos acompañando a Díaz Ayuso para la Comunidad de Madrid, un alcalde reprobado hasta en 6 ocasiones y autor de algunas de las frases más mezquinas y ofensivas contra las mujeres: “las feministas son mujeres frustradas o fracasadas”. Deben creer que el mejor antídoto para que sus votantes no acaben sumándose a las huestes de Abascal es poner a alguien que sea tan bruto, y tan ultraderechoso como él.

Esta deriva de los partidos acaba convirtiendo a la política en un circo mediático en el que gana aquella formación que ha tenido más éxito o menos escrúpulos en el mercado de los fichajes y que ha mostrado a los “animales” mejor domados. Así nos encontramos desde los Pepu Hernández en el PSOE hasta las Sorayas Rodríguez y Silvias Clemente en Ciudadanos pasando por las Alamanys en ERC porque Catalunya tampoco se escapa de este mercantileo.

El mensaje que recibe el ciudadano es: para dedicarse a la política no es necesario creer en un proyecto ideológico ni estar convencido o convencida de que las ideas que defiendes resolverán mejor la vida de la población, les estamos diciendo que no importa el partido en el que milites ni el modelo de sociedad que defiendas, no importa, lo importante es la capacidad de influencia mediática que tengas y cómo podrás influir mejor en una sociedad desinformada que se alimentará de tus consignas partidistas demagógicas, desprovistas de cualquier solución racional de los problemas. Eso es lo que estamos transmitiendo con este tipo de actitudes.

Estamos alimentando la continuidad de lo innecesario, del mantenimiento de lo que sólo se justifica por la necesidad de dotar de comederos a nuestros ya inútiles (aquí el ejemplo de Alfonso Guerra viene que ni pintado 37 años viviendo de la política), estamos alejando a nuestros jóvenes mostrándoles que la política es esto, no el noble análisis de los problemas de la ciudad para buscar soluciones.

Decía Platón 400 años antes de Cristo, “el precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los hombres peores”. Continua vigente hoy después de 2.400 años.

Y los partidos de nuestro entramado político alimentando el desinterés y la indiferencia. Así nos va

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