
Cuando una librería cierra, se quedan huérfanos miles de lectores.
Esta semana, la joven SomNegra se ha visto en la obligación de anunciar su retiro entre la desesperación que provoca la pérdida y la frustración de tener quebajar la persiana con tan solo dos años de recorrido. Así, de sopetón.
Quienes conocemos superficialmente lascircunstancias de su propietario podíamos intuir este momento sin ser conscientes de que la rapidez de sus decisiones iba a adelantarse a nuestras buenas intenciones. Tampoco pensábamos que la continuidad que tan magníficamente había heredado de la mítica librería Negra y Criminal iba a ser un camino de idénticas características, tan duro y tan real y tan nefasto. Qué triste todo, señores…
Paco Camarasa luchó por sostener su imperio escondido en la Barceloneta y finalmente vio como los cerrojos ocultaban la silueta de Sam Spade una tarde cualquiera de octubre de 2015. El detective que acompañó al veterano librero en los malos y en los muy malos momentos, se despedía de una estancia que olía a sueño y de una época dorada donde cualquier transeúnte despistado escuchaba atentamente las recomendaciones de un hombre que siempre fue sabio. Dedicar la vida a la literatura sale caro, por eso los lectores nos tuvimos que mudar de templo.
Con la ilusión en la mirada y la bondad en la solapa de su chaqueta, el nuevo casero nos sorprendía con su vitalidad, recortando en mejillones eso sí, pero ampliando el espacio y haciéndose un hueco en la sociedad literaria más negra. Los lectores acudíamos a las presentaciones que organizaba, participábamos en sus sorteos youtuberos, coincidíamos cuando salíamos de viaje y disfrutamos de sus colaboraciones en los Festivales Literarios.
Sin embargo, todo el esfuerzo por querer impulsar su negocio no ha sido suficiente para llenar el cajón de algo tan vacío como necesario, el dinero. La constancia que el joven empresario ha dedicado a sus proyectos no ha llegado a producir los efectos deseados ni tampoco a alcanzar los frutos materiales que somos capaces de desdeñar pero que tanto se necesitan para vivir dignamente.
Es un acierto afirmar que no solo de pan vive el hombre del mismo modo que sería un acierto meditar en el grado de culpabilidad que estaríamos dispuestos a asumir si fuéramos sinceros con nosotros mismos y tiráramos del hilo de la autocrítica. De la valiente decisión que ha tomado el librero podríamos extraer alguna que otra conclusión para, de esta forma, no caer en la fácil y rápida fatalidad de llorar por una librería por la que hemos hecho más bien poco.
La sociedad consumista que nos rodea es como una muela preñada de caries. Nos duele con cada bocado pero seguimos alimentándola de dulces y apetitosos caramelos que no necesitamos comer solo por el placer de saber que los podemos comprar, devorar y después, escupir.
Queridos lectores, tengan presente esto, cuando no sepan que ponerse, póngase a leer.Vayan a la librería del barrio, déjense seducir por el surtido de sus libros y participen de las recomendaciones de su librero. El abanico de sus ofertas no será tan amplio, seguro, pero la ilusión que se encontrará materializada detrás del mostrador seguro que vale la pena.
Y a ti, compañero, ánimo. Ten por seguro que nos veremos en el siguiente sueño.