
En Valencia se preparan para el (anacrónico) campeonato de “tiro y arrastre” y entrenan a sus caballos bajo unas condiciones deplorables. Pese a las exigencias del Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (Pacma) de acabar con estas prácticas que los hombres de cromañón realizaban habitualmente, el Ayuntamiento sigue haciendo oídos sordos a unas reclamaciones que no solo velan por el bienestar animal sino que también pretenden evitar, en todo momento y bajo cualquier circunstancia, el sufrimiento animal.
Hace dos días se desplomó un caballo por agotamiento debido al sobrepeso de la carga que le habían obligado a arrastrar. Esta práctica, unida a la cantidad de golpes que tienen que soportar y a la cantidad de necesidades vitales que les niegan, convierten la tradición valenciana en una vergüenza para todos los ciudadanos que aborrecemos la explotación y el uso de animales, independientemente de cuál sea el fin. “El maltrato animal dentro del tiro y arrastre es la norma, no la excepción”.
Pero pasen y vean, que la fiesta acaba de empezar. En el municipio de Minglanilla, Cuenca, las fiestas populares del pueblo invitan a los ciudadanos a presenciar como una vaquilla es vapuleada por una moto de carreras que la ‘torea’, marea e incluso salta. En esta nueva modalidad del ‘toreo a motor’, el conductor, ataviado con sus mejores galas, la persigue y acorrala hasta que el animal cae exhausto a sus pies.
De eso se trata, de demostrar que somos un ser superior y que nuestro ego solo es capaz de aumentar si humillamos a otro ser vivo. No obstante, después de la presión mediática a la que se ha visto sometido el Ayuntamiento de dicha localidad, ha decidido prescindir del acto. Lo que no tengo claro es si lo han hecho por la cuantiosa multa a la que podrían enfrentarse al tratarse de un festejo taurino ilegal o si realmente la moralidad ha vencido a la barbaridad. Seguro que ustedes saben aplicar su propio criterio.
Y para concluir, me guardo el plato fuerte de la semana. En Bilbao, un personaje ensalza la vigorosidad de sus músculos poniendo en evidencia la deficiencia de su cerebro y le arranca la cabeza a un gallo vivo de un mordisco. Valiente degenerado. El susodicho campeón francés de pelota vasca, que tiene nombre y apellidos (y muy poca vergüenza), realizó el acto entre risas mientras el resto de sus amigotes lo grababan en vídeo y se dedicaban a difundir las imágenes en las redes sociales.
Hay que ser cobarde y sádico para cometer un acto de tamaña violencia y querer que te reconozcan en la calle por esto. Bixente Larralde, hijo, date una vuelta por las bibliotecas de tu pueblo y empieza a buscar trabajo porque desde change.org ya han acumulado más de 8000 firmas para solicitar tu suspensión en la Federación Internacional de la Pelota Vasca. Una Asociación que, al mismo tiempo, se dedica a trasmitir valores de respeto y convivencia alejados de estas prácticas vulgares y antiéticas.
Y así andamos, señores, preparando las fiestas de pueblo, rodeados de polémica, maltrato y ensañamiento animal. Parece que no tengamos que salir nunca de esta caverna, donde, los hombres más primitivos nos darían una lección de comportamiento si levantaran la cabeza.