
Se acaba el año, y echando la vista atrás, uno tiene la tentación de recomendar a la judicatura española, toda ella, que busque, remueva y encuentre en algunas de sus vetustas y a veces, demasiadas veces, casposas dependencias, algún gigantesco botón de “reset” (que en algún lado debe encontrarse) para que la percepción nacional e internacional respecto a nuestra justicia de un giro de 180 grados.
Hace pocos años y a raíz del conflicto POLÍTICO con Catalunya, Europa y el mundo libre en general, comenzó a tener una percepción de nuestros derechos democráticos de “sorpresa”, más tarde de “inquietud” y hoy, mal que nos pese, es directamente de pura “alarma”.
Viendo los últimos acontecimientos y todos ellos referidos a la preocupante Catalunya, según las propias palabras de nuestro desbordado monarca, todos los que en su día tomamos la decisión de estudiar Derecho, hoy no damos crédito a cuanto acontece a nuestro alrededor.
En su día, y más por influencia paterna que por vocación, yo fui uno de ellos, pero alguna luz me iluminó para ver que sería más feliz y sobretodo me sentiría más digno ejerciendo de publicista que de abogado, procurador, fiscal o juez en un país como España.
Son tantos los colegas de estudios que hoy me comentan alarmados la situación dantesca que vive nuestro Derecho y su indefensión para intentar enaltecerlo y dignificarlo desde ésta, nuestra pequeña Catalunya…
Alguno, se lo puedo confesar, con serias tentaciones de abandonar la lucha agotados de batallar contra molinos gigantescos erigidos desde el franquismo y aún con la bendición y protección de alguna de las más altas instituciones del Estado.
¿Tanto cuesta acabar con la transición?
O mejor dicho… En cuanto a la judicatura se refiere y para muchos de sus miembros, no todos obviamente, ¿La hemos llegado a comenzar?
¿Ejemplos?
eltaquígrafo.com, esta docta publicación semanal, debería ofrecerme un número entero para poderlos exponer todos ellos: Inhabilitaciones vergonzantes, detenciones delirantes, privaciones de libertad insultantes, exilio y persecución ya no de políticos (que ya sería terrible) sino de artistas, cantantes y hasta de simples cómicos o bufones, causas abiertas con terroríficas acusaciones que tras el preceptivo castigo entre rejas de unas semanas, se cierran sin el más mínimo rubor, etc,etc, etc…
¿Ésta es la España de la que deben enamorarse los independentistas, y con la que pretenden seducirlos, los amantes de la unidad de la patria?
¡Mérito tendría!
Y hoy nos despertamos con la sacrílega pretensión de una instancia puramente administrativa como es la JUNTA ELECTORAL CENTRAL, de adquirir competencias jurídicas y políticas, cuando no es ni lo uno ni lo otro para inhabilitar a todo un Presidente autonómico por obra y gracia de algún divino precepto incompatible ya no con Derecho sino directamente con DECENCIA.
Podría seguir y horas y horas, pero no quiero aburrirles…
De momento, disfruten ustedes de todo un país poniendo en duda, criticando y hasta violentando la decisión del más alto tribunal europeo.
¿El motivo?
Ha fallado a favor de tres tipos que tienen la osadía de ser, algún día… Libres. Libres de ellos…