Opinión

¡Gracias, 'Major'!

La Opinión de Lluís Carrasco para eltaquigrafo.com
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Me pide mi buen amigo, Carlos Quílez, director de eltaquigrafo.com, unas líneas de opinión sobre el proceso judicial y la sentencia a Josep Lluís Trapero, nuestro Major, y, lo cierto, es que mi opinión, aun siendo bien poco determinante, sí la tengo bien fundamentada y la quiero exponer bien clara:

Trapero, bañado en dignidad, a pesar de ser absuelto, ha sido declarado como ha sido declarado, pero ha sido tratado y maltratado como un culpable.

La tenebrosa justicia del Supremo ha podido y no ha querido evitarle, como a Jesucristo, su particular Vía Crucis. Sí, sí, lo han leído bien. El más referente de nuestros servidores públicos en Catalunya, en realidad, ha sido condenado y castigado, y llámenle ustedes a su periplo entre casposas togas, como gusten: Vía Dolorosa, Vía Sacra, Vía del Calvario o del Gólgota.

Llámenle como deseen, pero esos seres oscuros, garantes de una enfermiza, maltrecha y sacra unidad nacional, han intentado, con mucho esmero y poca pericia y acierto, hacer pasar a Trapero por la vergüenza, el insulto, la duda sobre su profesionalidad y honorabilidad, y el apaleamiento público.

Lo han intentado, pero nada han conseguido.

Pobres diablos, el juicio real no es suyo; ni siquiera es el de Dios, nuestro Señor.

La sentencia verdadera la emite el pueblo, el ciudadano, las personas de bien que sabían, ya no desde el día siguiente a ese histórico, 1 de octubre, sino desde mucho antes, que los Mossos d'Esquadra no podían tener un más digno representante, aun colocando el listón en los altares más divinos. Y ante los ojos de la sociedad —su sociedad—, el veredicto es claro: Trapero no solo es inocente, sino, además, ejemplar.

Del juicio vergonzante, con testimonios policiales profiriendo injurias, calumnias, mentiras y embustes que deberían significar de inmediato revisiones igualmente vergonzantes, poco que decir o añadir. Más de lo mismo en éste, nuestro pobre país.

Y como en el caso del major, Trapero, el hijo del gran hacedor, antes de ser crucificado, fue imputado, primero, y condenado, después, por «activista y colaborador necesario, rebelde y sedicioso».

¿Les suena?

Muchos paralelismos nos salen en el calvario particular de nuestro protagonista y fíjense que, al igual que el más insigne de los referentes cristianos, Trapero, en vez de recorrer 34 km cargando una cruz, ha recorrido, con la cabeza erguida, la voz firme y el semblante seguro y sin ninguna de las tres caídas de Cristo, una cruz de 34 meses de decencia, de valentía y de verdad.

Por todo y por tanto… Gràcies, Major.

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