
La situación de la cosa catalana está así: el país continúa siendo un país, la autonomía continúa siendo una autonomía, la ley sigue siendo la ley, los presos siguen presos y el invierno sigue siendo frío.
Por otra parte, el presidente Torra está recién venido de una dieta en un monasterio, mientras Puigdemont continúa haciendo una huelga de hambre a la japonesa.
No muy lejos, en Madrid, el presidente Sánchez barrunta de qué modo seguir montado en la burracoja del poder sin ser el candidato más votado:
si hacerlo cediendo en lo de llevar a cabo, no una reunión sino una suerte de cumbre con Torra en Barcelona, llevando él a tal efecto a tal cumbre sui generis que no engañaría a nadie a varios ministros, y Torra varios consejeros (lo cual sería como mearse de facto en la constitución, y eso echaría ya a todos los votantes españolistas del PSOE definitivamente de ese partido, como ha pasado en Andalucía),
o si hacerlo mejor así, dejando que el 21D las calles de Barcelona hiervan como una hemorroide a causa de un pifostio social-policial callejero de tal magnitud que casi tengamos que sacar a Goya de su tumba del Valle de los Caídos, o de donde esté, para que pinte un cuadro sobre esto...
Pero nos surge aquí una pregunta más retórica que política:
¿Con su empecinamiento en seguir en la poltrona contra viento y marea, a pesar de contar a su favor con menos diputados que habitantes tiene Villaazadinos de Abajo, Pedro Sánchez el Campeador, ese presidente tan deportivo que su cuello parece un muslo, no nos está diciendo sin decirlo que vivir en la Moncloa es como hacer una huelga de hambre a la japonesa?
Y otra pregunta más política que retórica:
¿Para que no le pase en los comicios generales como le ha pasado a la tronera andaluza Susana Díaz, tal y como se está diciendo con insistencia en los mentideros políticos, de verdad cuenta Pedro Sánchez el Campeador con que el 21D sea una batalla campal democráticamente inasumible, sí, todo un pifostio policial y político, para así tener un pretexto perfecto para romper puentes con indepes, Podemos y Bildu, y pactar de nuevo con los nítidos constitucionalistas antes de convocar nuevas elecciones?
¡Pues qué pena!
A pesar de que la actualidad nos llena de interrogantes que brillan como disgustos, nos duele muchísimo escribir que, si los radicales la arman gorda y hay un buen pifostio en Barcelona el 21D no conseguirán lo que pretenden, sino lo contrario: más fácil tendrá así Pedro Sánchez el Campeador, este presidente con pinta de niño pijo pero con más mundanidad que un barman, reagruparse con PP y Ciudadanos (probablemente entorno al artículo 155; quien sabe si también entorno a los presupuestos), y más larga será la legislatura…
La cosa está que arde así que, señoras y señores de la sala, no se fíen de la sed.