
Entonces la Cibeles era un putón verbenero. Y Alaska se pintaba como Toro Sentado cuando está pidiendo guerra. Y Romoncín usaba chupa de cuero e imperdible para escroto. Y daban ganas de vivir.
Pero ahora (no opinamos igual que el muy recomendable novelista Enrique Llamas, que acaba de sacar en una novela-homenaje a la Movida titulada TODOS ESTÁBAMOS VIVOS) sabemos que la Movida no movió nada, y que hoy está más pasada que las madreñas.
Por eso ahora nosotros, los de entonces, los que antes nos colocábamos con cigarrillos de hachís liados dulcemente, y ahora nos colocamos en Bankia, ya no somos los mismos.
Acaso por eso empieza hoy la Era Ayuso. ¡Qué movida!
La Movida Madrileña empieza hoy que Madrid no es solo una fiesta (como el París de Hemingway), sino que es una verbena con mocita zarzuelera al frente de una Puerta del Sol más castiza que nunca.
Y es que, a tenor de lo que vota, Madrid se ha cansado muy pronto de la revolución comuno-fiestera del 15M que es Podemos, y se ha fatigado también de la reencarnación de esa UCD sin Alzheimer que es Ciudadanos.
Y es que hoy en Madrid, como en tiempos de Carlos III, quien vota izquierda vota renovada moderación transformadora (¡Iñigo Errejón vales tu peso en Mahou!).
Y quien vota derecha vota verbena a pesar de todo, así, como quien le cuelga farolillos a su pobreza, y, a pesar de la pandemia, se echa con permiso oficial autonómico a la calle a vivir su verbena, su Era de Ayuso, su movida madrileña sin aspavientos ni SIDA ni almodovaradas, sino sólo verbena callejera en la que bailar, vivir y beber para poder pasar del gaznate con limonada esta pandemia.
La Era Ayuso es eso: no una movida, sino una verbena que centraliza lo castizo así, como pensó y escribió don Ramiro de Maetzu en su SOBRE EL CASTICISMO.
Madrid ha ido a elecciones. La gran incógnita era si Isabel Díaz Ayuso, la mocita verbenera, la antítesis de Alaska y su Movida y su Dinarama, podría gobernar sola. Y, desde luego, sí.
Y es que el PP de Ayuso roza la mayoría absoluta, se zampa a Ciudadanos (el centro incomprendido), humilla al PSOE (aunque no tanto a Gabilondo como a Sánchez, a Tezanos y a Iván Redondo), se lleva por delante a Pablo Iglesias (porque la izquierda transformadora pero no montaraz de Más Madrid ha subido tan arriba que ha mareado de miedo y vértigo al PSOE), y deja tocado y hundido eso que, hace nada, se conminó en llamar la nueva política.
Visto lo visto, la jugada de Ayuso de convocar elecciones a velocidad de rayo que no cesa, que diría Miguel Hernández, ha resultado ser una jugada política de ajedrecista genial tipo Kasparov. La participación ha sido espectacular (Madrid parecía las colas del hambre electoral) y eso, en contra de tantos vaticinios, ha obrado en su favor. El PSOE, que había viajado del centro izquierda hacia el extremo (para el encuentro con Podemos, Esquerra, Bildu y demás familia) ha sufrido tan severo correctivo que le obliga a un viaje al centro (otro más)…
Pero lo más destacable, aún por encima de la esperada y esperable tocata y fuga de Pablo Iglesias, es que Iñigo Errejón ha ganado sin ir, como el Cid, el nuevo congreso de Vistalegre de Podemos. Todo mediante el resultado electoral de Más Madrid. Y sobre todo lo destacable es que ha nacido una estrella (Mónica García), al tiempo que se ha consolidado de modo impresionante e incontestable otra (Isabel Díaz Ayuso), y al tiempo que, si somos sinceros, Pedro Sánchez se queda muy tocado y Pablo Casado muy mosqueado por el aliento que ya siente en su nuca… ¡Eso ha pasado con estas elecciones! ¡Y todo lo demás es literatura!
Así las cosas, empieza la Era Ayuso. Y es algo así como la misma pandemia de siempre, pero con castañuelas y organillo y Presidenta a la que el electorado piropea y silva por su porte y maneras de mocita verbenera, y populista, y popular, y trasnochadora de una sola noche.
Buena suerte, Madrid, movida devenida en verbena, aldeón, pequeña patria de adobe con la muerte en la torre, como una negra cigüeña, por culpa de la pandemia.
Has votado agua, azucarillos y aguardiente como en la zarzuela de Federico Chueca, esto es, has votado liberalismo privatizador y casi sin impuestos, pero con moza agitanada, y con toros, y con verbena, y con los bares abiertos. ¡Has votado lo de siempre, Madrid!
Buena suerte.