Opinión

Cataluña en 2119: una profecía

Luis Artigue
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Estamos en el año 2119, y toca hacer repaso de nuestra desgracia política. Fue hace ya cien años.

Así empezó todo entonces, con hechos consumados, con políticos presos, con manifestaciones punk, con agentes de la ley portando porras blandas como penes de obispo, con concesiones a Cataluña injustas porque suponían un agravio comparativo, con provocaciones, con violencia, con respuesta improvisada a esa violencia, con radicalización a raudales…

Y,sobre todo,con políticos convertidos en bomberos que, en medio del incendio, brindaban con gasolina.

Apenas nadie dijo que lo que se exigía en las calles era cambiar de perros pero con los mismos collares, porque los que hablaban en los medios de comunicación y alentaban las calles fundamentalmente eran sólo los perros de ambos bandos (unos ladraban que todo siguiera igual para así seguir ellos con el collar de oro público bien lucido en su cuello, y otros ladraban que todo cambiaran para eso, para ser ellos los nuevos perros con el mismo viejo collar de oro público en el cuello).

los países se van a la mierda cuando dejan que sus políticos con ínfulas les inoculen a los ciudadanos el “síndrome de reinos de taifas”

Tú y yo estábamos en medio, y nos pilló el fuego cruzado, y nos cegamos de tal modo que, entonces, creímos que no podríamos pagar ya nunca el recibo de la luz de nuestros ojos.

Pero las cosas pasaron, y ocurrió lo previsto y al mismo tiempo lo imprevisto: no hubo un cambio de paradigma, qué va, sino sólo un quítate tú para ponerme yo salpimentado con mucho dolor y sufrimiento a raudales para el pueblo, como siempre…

Y ahora, después de un siglo ya, no podemos volver atrás de ningún modo porque, como escribió ya en su tiempo el sabio poeta romano Ovidio (al que hoy nadie lee en latín ni en español o catalán sino solo en alemán, el nuevo idioma de este país centralizado y aplasta idiosincrasias que es Europa –un país en el que las provincias de España y Cataluña, debido a nuestra desunión y pequeñez, ya no somos nada-), no se puede recoger lo derramado.

De todos modos todos tenemos claro ahora, un siglo después, que el mejor tiempo de Cataluña y de España, el más imperfecto pero más vivible, fue sin lugar a dudas desde la Constitución de 1978 hasta la revolución fallida del 2019. Y es que entonces en Cataluña, en su relación con el resto de España, había rivalidad, y distinción, y consensos, y tiras y aflojas, y ventajas, y ley d´Hondt, y Olimpiadas, y pactos de gobierno, y estatutos, y hasta indultos…

Ahora hay sólo centralismo, egoísmo cuartelero, revanchismo, odio, humo, reparto de miserias y la certidumbre inexpresada, ya inexpresable, de que en verdad la unión hace la fuerza, desde luego, y de hecho los países se van a la mierda cuando dejan que sus políticos con ínfulas les inoculen a los ciudadanos el “síndrome de reinos de taifas”…

Hoy, 100 años después, ya digo, bajo el cielo como de luz de cárcel del invierno derramamos una lágrima por Barcelona, la ciudad que fue.

Y es que, de aquel añorado tiempo, ahora ya solo nos queda Jordi Hurtado aun presentando su programa de La 2.

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