
-¿En que se diferencian Lady Di y Meghan Markle?
-En que ninguna de las dos es negra.
-No exactamente. Y no digas eso por ahí que los vigilantes de lo políticamente correcto lo mismo llaman a la bofia…
La vida de Meghan Markle (esa morena de verde luna más postcolonial que lorquiana; esa actriz de teleserie americana que, como una Blancanieves en versión Netxflix, hubo de dejar el rodaje para casarse con el príncipe de Inglaterra más traumado por huérfano de madre) es una novela.
Sí, la vida de esta Venus Negra de Baudelaire es como la de esas adolescentes que viven tan rápido que se diría que saltan de cine en cine sin cambiar de película.
Pero ella, la bella, porque al parecer Kate Middleton la hace mobbing para que no la haga sombra (como pasa siempre en los cuentos de hadas y en The Crown), no es feliz en palacio… ¡Y eso nos tiene con el corazón en un puño como si fuera un garbanzo que late!… ¡Y la amamos!… ¡Ah, Meghan, gracias: no sabes cuánto necesitábamos nosotros un escándalo inglés, tras tanta Belén Esteban pandémica o pandemónium!
Y es que ocurre que, una vez más, para salir del butrón del aburrimiento en el que estamos a causa del confinamiento sin manifas feministas ni nada, sólo viene a nuestro encuentro la monarquía española con sus borbonadas, o la inglesa con sus Blancanieves con pataletas del tipo no me vengan mis suegros con su mobbing victoriano sólo porque les repele cuanto les recuerdo a Ladi Di, que yo no soy rubia y mi yayo fue Kunta Kinte so miopes.
Sí, ocurre que Meghan Markle, la Grace Kely de rubiez distraída de nuestra época, la esposa sol y sombra del príncipe pelirrojo de Inglaterra, ha llamado racista en directo a la Corona Británica en el programa de la cada vez más joven Oprah Winfrey, así, con una sutileza nunca vista en Telecinco…
Esta semana Meghan nos han dado el artículo friqui hecho con esto de que la princesa consorte se case con el hijo de Ladi Di, se vista como Ladi Di, se ponga joyas de Ladi Di, se queje de lo pesada que es la corona en un programa de la tele como Ladi Di, y luego monte un pollo cuando la dicen por envidia o culpabilidad que, para ser Ladi Di de verdad, debería teñirse de rubio.
Carlos de Inglaterra, el que le decía a su querida que quería ser un tampax (¿seguro que Carlos de Inglaterra no es un Borbón?), con el mobbing palaciego se diría que pretende volver a matar de desamor a Ladi Di por segunda vez. Pero, en esta ocasión, ella no se deja…
Tenía mucha razón Woody Allen: se habla mucho del humor inglés, pero la verdad es que los ingleses no tienen sentido del humor: ¡es que son así y nos hacen gracia!