
El barroquismo expresivo contundente del Pablo Iglesias de otro tiempo ahora parecía pólvora mojada.
Ángel Gabilondo junto a él tenía un deje cómico como lo tuvieron siempre, incluso antes de hablar, El gordo y el Flaco.
A Isabel Díaz Ayuso un brillo de malicia la iluminaba la cara. Había también otra señora que solo sabía decir todo el rato que era médico y por un momento creímos que para demostrarlo iba a ponerse a operar a alguien allí mismo; quizá a Rocío Monasterio, tan necesitada como parecía estar ella de neurocirugía cerebral.
También había alguien de Ciudadanos…
El debate de Telemadrid parecía estar celebrándose en un patio de colegio, y el debate de la Ser en un tabernón catastrófico de los de vino peleón. ¿Para cuándo lo de hablar sobre política?
El debate de Telemadrid lo ganó Ayuso estando, y el debate de la Ser lo ganó Ayuso sin estar. ¿Seguro que la candidata del PP a la Asamblea de Madrid no es el Cid Campeador?
En el debate de Telemadrid las mujeres iban de uniforme rojo y dejaron claro que eso era a juego con el hecho de que saben más que los ratones coloraos, y en el debate de la Ser todo consistió en demostrar si tenía más güevos Rocío Monasterio o Pablo Iglesias. ¿Seguro que la democracia es esto?
Ambos debates han tenido algo de pelea entre folklóricas, de la que solo se ha salvado el candidato de Ciudadanos, el abogado del estado Señor don Comosellame que sí trató de hablar de política y de economía y de Madrid y de todo lo que hay que hablar, pero claro, eso es fácil cuando en tu fuero interno sabes que en esta batalla ya no tienes nada qué hacer.
Resumiendo, que el debate de Telemadrid lo ganó Rociíto, y el de la Ser Isabel Díaz Ayuso sin ir.
Asimismo ha quedado bien claro que el formato de debate electoral está agotado, y ya ni funciona ni resulta electoralmente relevante.
¿Porqué no mejor un concurso de empanadas?