Opinión

¿Entonces Vinicius es negro?

La Opinión de Luis Artigue para eltaquigrafo.com
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Y no estamos frivolizando: sabemos muy bien que el racismo siempre es condenable y no se erradica solo viajando y leyendo.

“El problema es que tus palabras favoritas del diccionario son fascismo, racismo, sarcasmo y orgasmo” le gritaba Mia Farrow a Woody Allen en Maridos y mujeres….

En verdad las Crónicas de la España friqui que aquí venimos haciendo desde hace años como para mostrar, que no demostrar, que somos hijos de última hora del abuelo Miguel Mihura, –el Woody Allen español- y de sus apóstoles de la Revista La Codorniz, están repletas de humor negro. ¿Será que todo nos lo escribe nuestro negro?

Pero ni nosotros los mosqueteros de la risa intelectual hoy podemos reírnos por no llorar ante el espectáculo inverso, o más bien perverso, del inaceptable racismo en los campos de fútbol de España.

Dice el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubianes, que a lo mejor Vinicius tiene más razón de lo que parece, y que de lo del racismo en España a lo mejor todos tenemos culpa. ¿Todos? ¿Y entonces no será un poco culpa también del poco humor y la mucha solemnidad que hay en los artículos que se escriben en la prensa?... A tal efecto he de decir que una vez conocí a un articulista de prensa cuyo humor era tan negro que lo acabó disparando la policía de Trump… ¡Sí, prohibida la entrada al país de todos los inmigrantes que vienen en patera excepto los que jueguen bien al fútbol!

Uff, lo triste de los gilipollas que le han gritado a coro en el Estadio de Mestalla “mono” a Vinicius Jr. es que se creyeran que estaban haciendo una gracia. ¡Qué más quisieran! ¡Ojalá su rebelión criminal de las masas hubiera tenido la menor gracia, pero no!

Y ése es el problema, que el humor en España –véase supuestos humoristas como Torrente o Belén Esteban; véase Ortega Smith- se ha vuelto hace tiempo zafio, bruto, torvo, excesivo, faltón, psiquiátricamente preocupante y, a veces, hasta criminal.

Así las cosas, parece que en España, y lo de los campos de fútbol es un síntoma, nos reímos todavía como hace ochenta años, esto es, con esa risa provinciana de quien tiene la dentadura sucia y la enseña. Y de ese modo contextualizamos nosotros lo de los gritos salvajes a Vinicius, no como racismo, que también (aunque a nuestro entender España no es mayormente racista pero hay quien no es racista pero actúa como un racista por presión de grupo, ya se sabe, y en los estadios de fútbol presión de grupo es lo que sobra), sino sobre todo como una broma pesada y colectiva de ciertos orangutanes sin gracia, o con una gracia errática, discapacitada, eruptiva y eruptante sin duda preocupante y que hay que erradicar y sustituir cuanto antes por el humor con clase.

Y no estamos frivolizando: sabemos muy bien que el racismo siempre es condenable y no se erradica solo viajando y leyendo (véase la historia de Alemania), ni menos aún minimizándolo o revictimizando a la víctima. Sin embargo el racismo sí se atenúa, como nos enseñó la filósofa de la compasión Simone Weil (autora que se fue en los años 40 a Berlín para estudiar in situ por qué el proletariado mejor preparado de Europa había votado a Hitler, y escribió La gravedad y la gracia) mediante el don de la alegría que sabe reírse de los racistas además de castigarlos.

Al que no folla se le nota, venía a decir Sigmund Freud, y lo mismo creemos nosotros que le pasa a los que no saben reírse: que no saben perder, ni saben ganar, ni saben estar, ni saben comportarse y convivir.

Por eso lo mejor es que nosotros nos riamos a mandíbula batiente de todos esos que, a causa de una sobredosis de mierda en el cerebro, corean como borrachos de sopa de ganso insultos racistas en los estadios de fútbol contra Vinicius Jr. por lo mucho que se les nota que les jode que Vinicius, ese angelito negro de Antonio Machín, folle infinitamente más que ellos, y gane más que ellos, y que juegue al fútbol como un dibujo animado improvisando regates igual que un Louis Armstrong del área…

Uff, sí, amigo de la psiquiatría de alterne que vas al estadio de fútbol para entonar cantos racistas refugiándote cobardemente entre la masa: de verdad que resulta difícil de creer que, de más de cien mil espermatozoides, tú fueras el más rápido. Chis pum.

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