
Las estatuas griegas, como descubriera en su día Ezra Pound al visitar con Hilda Dolitle el Museo Británico de Londres, no suelen tener hecha la espalda (nos referimos a que no están acabadas por detrás cuando se trata de obras de frontispicio), porque los griegos eran gente muy pitagórica y de sentido común (para eso eran griegos) y no perdían el tiempo trabajando en algo que nadie iba a mirar.
Pedro Sánchez, tan clásico de talle, tan griego, queda muy bien de frente pero tampoco tiene nada detrás.
Solo así se explica que haya sucumbido a la vendetta en vez al interés de su partido, y haya sustituido a la rubia rociera Susana Díaz por él, Juan Espadas, ese señor andaluz que tiene menos encanto que una alarma de coche, y que cuenta con pinta y porte de trapero de trajes de tergal, y que sin duda sería buen candidato electoral para un lugar donde se conocen casi todos, donde se hace la campaña con manzanilla en los bares, pero no en toda Andalucía porque en ese nivel Maribel los mítines se televisan, ya se sabe, y estamos ante un caballero cuyo rostro y discurso y plante se olvida enseguida…
Y es que Juan Espadas se parece en todo a la obra de Miguel Mihura Ninette y un señor de Murcia, esto es, que se acuerda uno de Ninette pero no del señor ni de su nombre como no se acuerda uno de quien es el candidato del PSOE a la presidencia de la Junta de Andalucía, ah sí, un señor que ya estaba cuando lo de los ERES de Andalucía, uno de los tiempos de los emplumados por el juez Chaves y Griñán, sí, un señor que se llama Espadas nosequé…
Si esto es todo lo que tenemos contra el señorito andaluz joven culto y bien plantado que preside la Junta de Andalucía actualmente, y todo lo que tenemos contra su femenino toro de miura consorte Macarena Olona y contra las dos clones de Yolanda Díaz candidatas de Podemos A y Podemos B que se presentan en Andalucía más la una contra la otra que contra el resto de contrincantes (Podemos, como la Biblia y demás libros de superhéroes, es muy de luchas fratricidas), lo tenemos claro pues verdes nos lo han segao.
En efecto han hecho un candidato de frente y de perfil, y, sí, les ha salido campechano como un Borbón, pero se les ha olvidado, por interés o dejación, hacerlo también por detrás, por la zona de sombra (hay que dar también forma al hombre interior, que dijera San Agustín en la Ciudad de Dios). Por eso por detrás se le ve mucho a Chaves, a Griñán y la cosa nostra de los ERE, y eso nos conduce por el arcén a la nostalgiosa melancolía.
¡Cómo no echar de menos a Susana Díaz! ¡Uff, ahora que el inicio de la campaña electoral andaluza coincide, como todo en Andalucía, con la romería del Rocío, cómo no añorarla!
En efecto así las cosas echar de menos a Susana Díaz es ya una forma melancólica de vivir hoy la política, es un abandonarse a la nostalgia, y es un derramar una lágrima por la revolución que no pudo ser.
Todo mientras Juan Espadas, entre mitin y mitin, aún se sorprende roncando despierto…