
El juez presidente tenía algo de fantasma de levitón tieso y melena canosa, pero apenas nos inquietaba eso a los frikis de la actualidad.
Y es que mira que se ponía interesante el juicio del procés con esto de que el fiscal, un hombre con el ardor guerrero de los caballeros cristianos de los Tercios de Flandes, uno vestido con atuendo como de oidor de la Real Chancillería, saltó a la palestra y, frente a las exageraciones e impugnaciones fallidas de las defensas expertas en disimular que sus clientes estaban en el traspatio de la legalidad, dijo lo que hay que decir con grecorromana elocuencia (abanderando así el pendón de la razón de estado) para hacer contrapeso…
La lucha verbal empezaba a ser encarnizada para bien de la justicia y para espanto de nuestro aburrimiento.
Pero, ¡qué coitus interruptus!, va el Congreso de los Diputados y contraprograma nuestro evento poniendo el debate de los presupuestos a la misma hora…
¡Vaya sindiós!
Los intrigados fieles que estábamos así, como ante el cura del Santo Oficio mirando a ver si a los penitentes les daban el perdón o la excomunión, nos hemos puesto pues a mirar para otro lado a ver y saber si hay elecciones generales ya, ya mismo, o dentro de nada y menos…
Contrariados, sí, por como la contraprogramación nos ha cortado el rollo, nos quedaremos de todos modos aquí a esperar la llegada verbal del insigne, abnegado y valeroso ciudadano con cuerpo de camioneta y seriedad de santo llagado Oriol Junqueras, que será el siguiente en declarar.
¿Armará alguna otra distracción Pedro Sánchez para contrarrestar la propaganda de Junqueras?
Mañana se lo cuento.