
Los exreyes como don Juan Carlos I de España y Corina de Alemania dicen que todos somos iguales ante la ley, pero esas inmigrantes ilegales exconvictas de mi pueblo con la carrera de diablesa de alterne terminada con las que hablo yo a deshora (sólo los sábados a las dos de la mañana, no se diga) sobre el ser y la nada o sobre la fenomenología del espíritu (todo entre música de Estopa o Los Chunguitos y ante un Bacardy-cola doble), me aseguran que esperar de la justicia ecuanimidad es como pedirle a una rata que rompa a volar…
Y es que la prisión provisional sin fianza en espera de juicio puede ser tan breve que parece eyaculación penal precoz (como la de don Ángel María Villar), o puede ser más larga que las uñas de los pies, como la del expresidente del FC Barcelona de los días de vino y rosas don Sandro Rosell: “Depende –cantaba Jarabe de palo- ¿De qué depende? De según como se mire todo dependeeeeeeduduah”…
Pero sí, el trajeado, solicitado y afamado celebrador de goles y fichajes millonarios con o sin comisión don Sandro Rosell, no sólo fue enchironado preventivamente de un día para otro acusado de apropiación, blanqueo y demás familia junto con sus compañeros de faena. Además, el mismo día del ingreso en prisión, su colaborador más cercano Joan Besolí, también en prisión preventiva, se enteró de que su hijo, tras un accidente de tráfico, había quedado confinado en una silla de ruedas, y no le ha visto desde entonces…
¡A Besolí, como un poco también a Sandro Rosell, sólo le ha faltado la plaga de langostas!
Sin embargo deben de ser tíos duros con hierro licuado en las venas pues, mientras tal maldición bíblica les caía encima, salían en las fotos con barba, sí, pero con cara de resignación pre-triunfante a pesar de que sobrellevan una prisión provisional larga y lenta como un blues, a juego con un penariovital semejante al del santo Job.
Pero por fin ahora ha llegado la hora de su juicio final. ¡Otro gran juicio final televisado! ¡Y no tenemos el cuerpo para tantas palomitas!...
Sí, así, vestido de azul y sin corbata como los hijos de la mar, compadece por fin como acusado en la Audiencia Nacional don Sandro Rosell.
Parece un adolescente con el pasado de un anciano.
Si la hizo que la pague, por supuesto. ¿Pero esto de la duración cuasi-caprichosa de la prisión provisional no tendríamos que hacérnoslo mirar?