Opinión

Los monstruos públicos: Puigdemont

Carles Puigdemont   |   Pepe Farruqo
photo_camera Carles Puigdemont | Pepe Farruqo

-Espejito, espejito, ¿quién es el más apuesto de todo El Camp Nou, Arthur Mas, Quim Torra o yo?

-Eres el tercero de tres.

-Bueno, va: por lo menos estoy menos adiposo que Oriol Junqueras…

En verdad hay biógrafos con vena psicoanalítica que sugieren que Napoleón Bonaparte era tan despiadado porque le faltaba un huevo (hubiera sido mejor haber escrito un testículo, sí, me he pasado) y de ahí sus profundos complejos, los cuales trataba de compensar, el pobre, con aquella hiperfranchute megalomanía…

¿Lo que le ocurrirá a ese otro virrey de Waterloo llamado Puigdemont no será igualmente que sabe que su semblante es tan poco agraciado que serviría como anuncio Disney de “la belleza está en el interior”?

¡A saber!

De todos modos pongamos en claro que el huido Puigdemont (traje caro, cabellera tan poblada como desgobernada, ojos como túneles, gafas que lloran solas y la cara como una paella), tras la declaración de independencia aquella, huyó de la justicia no por cobardía, no, sino porque era muy consciente de que la cárcel no es sitio para unos glúteos firmes como los suyos.

Pensó entonces, como la lechera del cuento, que mientras permanecía en Waterloo le harían eurodiputado y adquiriría la inmunidad parlamentaria para no tener que ir a prisión, y entonces el gobierno de España negociaría ya con él…

Pero cada vez está más claro que, como escribió Santo Tomás de Aquino, el hombre planea y Dios se ríe.

Sus sueños no se han cumplido y ahora mismo Puigdemont parece un personaje más de los tapices con cacerías del Palacio de la Moncloa.

Así las cosas Carles Puigdemont ahora ve las rejas de la cárcel cada vez más cerca, y acaso por eso tiene más que nunca rictus de sufro las hemorroides en silencio.

En fin, lo único seguro aquí es que, teniendo la cara como una paella, se puede llegar a ser hasta ex-presidente de comunidad autónoma, pero los guapos tan solo alcanzamos a escribir crónicas de humor político-judicial…

¡Gran país España!

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