
La vida es corta, así que empecemos por el postre.
Para nuestro reír creativo, nuestro intento de superación tanto de la risita cursi que promueve la ajena cursilería como la superación de la risa provinciana que tiene la dentadura sucia y la enseña, eso, para nuestro humorismo que siempre quiere ser una fumigación desinfectante, desodorante, refrescante, de risa contagiosa, renovadora y excéntrica propia de espadachines desfacedores de tópicos, nos viene como anillo al dedo empezar por Macarena Olona.
Ella, Macarena Olona, madrileña de Salobeña (al contrario que Tico Medina, que era un cordobés de Madrid), candidata de Vox a Presidenta de la Junta de Andalucía que se siente más del lado de Don Pelayo que de Almanzor y lo expresa con gracia e ingenio dinámico, en nuestros sueños de adolescentes eternos a los que se le sale el aceite por casi todas las bielas, tiene un parecido razonable con Monica Belucci.
Macarena Olona y Vox, a efectos políticos, son la mejor reactualización actual de la obra de Miguel Mihura Maribel y la extraña familia.
Sí, Macarena Olona, mirada con los ojos del humorismo del penúltimo hijo de Miguel Mihura que fuera Chumy Chúmez y del último que es el gran Farruqo, constituye lo más interesante que ha aparecido últimamente en política si te dedicas, con wuisky y PC portátil, al humor de última hora.
¡Qué divertido es a menudo escribir en este país o criada respondona de Europa que es España!
Ea, Macarena Olona, aunque dicen que es más facha que un Land Rovert, lo cierto es que ha entrado también en escena para enseñarnos a reír de un modo nuevo, que falta nos hace en este país en el que todavía se ríe como hace cincuenta años (véanse los Carnavales de Cádiz).
Y sí, dice el Boletín Oficial del Estado satírico que cada vez que Macarena Olona saca pecho por España, al candidato del PSOE (el señor nosequé Espadas) le explota un ojo, al tiempo que Juanma Moreno Cantinflas, recatado pero con sonrisa de hiena, pide otra ducha fría…
Macarena Olona, la Bombi del concurso 'Un, dos, tres' en versión abogada del estado recatada y retro, tea party con orujo, voz de institutriz juvenil y estricta, verbo rápido, modales cuasi-nobiliarios, peinado a raya insistida con coleta de virgen de pueblo bella y tosca peinado todo hacia atrás, hacia el pasado, rostro ovalado de cuadro de Julio Romero de Torres, cejas picassianas, ojos de toro de lidia y aire entre agitanado y moro, es la sensación de esta campaña de elecciones a la Junta de Andalucía, las cuales tanto se parecen a las elecciones a la Asamblea de Madrid pero en versión flamenca.
Y desde luego es canela en rama para nuestra sección ilustrada de Retratos de la España Friqui.
Ella, la Pitita Ridruejo del nuevo parlamentarismo, faldas largas como de cuáquera y blusas sin escote, se nos muestra como una combinación de suficiencia, desparpajo y gracejo en una joven vieja, en una old girl, la lozana andaluza de la película en una versión de mucho antes del destape, postal de una España de costumbres severas, parlamentarismo folklórico, mujer de inteligencia afilada y vibrante como Marine Le Pen (es mirar con mucho sesgo, casi con fanatismo, la cosa de la política no recocer que Le Pen y Olona son muy inteligentes) pero que, cuando habla, no logra zafarse, diga lo que diga, de su imagen de personaje salido de una copla de Quintero, León y Quiroga.
Macarena Olona, esa Isabel la Católica curvilínea, viene con látigo de dominatrix a hacer llorar a Juanma Moreno Boabdil.
Macarena Olona, por culpa del corrupto caso de los ERE y sobre todo por culpa de la izquierda que ha dejado que todo el mundo piense que lo de la unidad de España es una cosa de derechas, como Chanel en Eurovisión va a quedar tercera, y será como ganar… ¡Maldita la gracia!