Opinión

Pedro el abusón, Pablo el exigente y Albert el inconsciente

Albert Rivera, Pedro Sanchez y Pablo Iglesias
photo_camera Albert Rivera, Pedro Sanchez y Pablo Iglesias

El segundo debate de investidura nos ha parecido el mismo de la otra vez repetido, salvo por lo de que Irene Montero no se equivocó al votar… Sin embargo hay asuntos que comentar. Les cuento:

Lo de Albert Rivera y Pablo Casado ha venido a ser algo así como una vuelta de tuerca a las novelas fantásticas de José María Merino (por ejemplo La orilla oscura) sobre duplicidades o suplantaciones de identidad, pues realmente uno parecía el doble del otro, mera redundancia parlamentaria, por más que Pablo Casado quisiera dejar de parecer un chuletón de Ávila poco hecho, y Albert Rivera, que no paraba de hablar de bandas y botines, quisiera asemejarse a un bad-boy con traje sastre.

Vox estaba en el monte junto a Bildu y las cabras que dan leche tan fuerte que corta el café y hasta la circulación de la M-30.

Albert Ribera, el más inconsciente de todos, parece tener dos pies que no le llevan nunca a donde va, pues ni se dio cuenta de que al no apoyar al PSOE estaba colaborando al contrario de lo que pretendía, esto es, a dar más poder a los separatistas de derechas y a los separatistas que se dicen de izquierdas pero también son de derechas porque si no no serían separatistas…

Sí, Albert Ribera cada vez se parece más a esos tipos que, cuando albergan la sospecha de tener cáncer de estómago, la disipan haciéndose revisar por el podólogo.

Y Gabriel Rufián el delgado orondo, el de barba luciferina, el sin par, ha sido para nosotros la sorpresa oratoria de la jornada, pues, si casi siempre suele ser Aitor Esteban con su tono de padre bueno el orador con más sentido común del hemiciclo, esta vez le han superado: el parlamentario Rufián habló de la izquierda con una justeza que nos ha llamado la atención (“la izquierda pierde hasta cuando gana, según parece”, y “esto es algo de lo que ustedes dos se van a arrepentir”), haciendo notar además el sacrificio para abstenerse que hace su grupo con parlamentarios en la cárcel mientras el resto de la izquierda (PSOE y Podemos)no se sacrifican lo suficiente como para ponerse de acuerdo.

Pablo Iglesias, sin embargo, parecía un cura pues no hacía más que pedir (en su caso pedir cargos)…

Si hubiese 15 ministerios, la parte proporcional para Unidas Podemos son 5 carteras, decía Pablo Iglesias como si el mundo fuera justo como el cielo santo sin inmigrantes ni homosexuales en el que cree Vox, y fuera exacto y simple como las matemáticas de las calculadoras… Decía con ojos de loco y voz conspiranoica de Iker Jiménez: ¿A qué tiene miedo el PSOE para no darnos nuestra vicepresidencia ejecutiva y con presupuesto, y nuestros Ministerios? ¿Tiene miedo a la COE? ¿Al IBEX? ¿A la Corona? ¿A la Conferencia Episcopal?... ¡Mira Pedro que has de quererme del todo, y no sólo por mi cuerpo, porque una repetición electoral sólo beneficiará al trío calavera!

Sin embargo Pedro Sánchez con su sonrisa y su traje de universidad privada le dejó bien claro a Pablo así, con la impavidez del mármol y la chulería del abusón del cole que disfruta tirando al suelo a los bajitos, le dijo sin decirlo que no tenía miedo al Ibex ni a la COE ni a nadie, no, y de hecho lo que le movía no eran sus miedos sino su egoísmo (no quiero compartir) y su tacticismo (creo que en las nuevas elecciones de septiembre saldrán ganando nosotros los del PSOE, y no el trío calavera, y quien tiene mucho que perder en esas elecciones eres sólo tú).

Cuando escuchó entre líneas eso Pablo Iglesias, igual que lo escuchamos todos, el pobre se quedó tan loco que se puso a hablar de Comunismo de carretilla como Julio Anguita.

Por eso en la réplica Pedro Sánchez no pudo evitar volver a sonreír antes de preguntar:

Estimado Pablo Iglesias, ¿cuál es tu secreto para conservarte tan viejo?

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