
Viene el verano con todo con su calor y sus indultos. Y, mientras Pablo Casado se indigna por la desgraciada medida de gracia, este país vuelve a ser el paraíso de los camareros del mar esos que te sirven un Dry en Marbella o en Calella de Palafrugell O E con la bandeja en la mano. Sol e indultos para curarlo todo en España, el país de pintores y de camareros (Premios Nobel de Física, pocos).
Y Pablo Casado se indigna.
Caballero sin espada: así se titulaba una de las más buenistas comedias de Frank Capra. Era la hermosa mentira americana pre-trumpista del ciudadano noble y generoso que, sin otra espada que la Constitución, y algún besapié del monumento a Lincoln, conseguía que triunfase la democracia natural de las cosas frente al capitalismo salvaje y la mala política.
Hoy nuestro caballero sin espada quiere ser Pablo Casado, que no tiene ni la lámina gentil de James Stewart ni debe de esperar para su vida política un final a lo Capra, convencionalmente justo, dado que se ha tenido que dejar barba para parecer mayor de edad, y habida cuenta de como le respira en el cogote la margaretteacherriana millenial de hierro Isabel Díaz Ayuso la imparable.
Isabel Díaz Ayuso la imparable, la que no se puede contentar con joyas y pijadas de Tiffany´s, la que representa al feminismo de verdad porque, igual que a los hombres, lo que la mueve esparce y desordena es mayormente un despacho con mucha batería de teléfonos, bandera nacional y ficus de calidad (Isabel Díaz Ayuso no prescindiría del ficus), va a por el puesto de Pablo Casado. Y por eso Pablo Casado haría bien en ir pensando en aprender lo que Pablo Iglesias captó al vuelo: que la política paga poco y Galapagar cuesta mucho (ya lo escribió el gran escritor de novela negra bostoniana Dennis Lehane: “sólo es de fiar el político que pierde dinero”).
Isabel Díaz Ayuso la imparable sabe que, para ser presidenta del gobierno, sólo tiene que bajar los impuestos y sentarse a esperar, ya que Pedro Sánchez seguirá subiendo hasta el agua, a pesar de que es lo único que tienen los pobres para matar el hambre.
Llega el verano caliente con indultos a mansalva y Pablo Casado, el pobre, el caballero sin espada, no puede hacer nada para desindultar a los reos salvo ejercer el derecho al pataleo.
Llega Isabel Díaz Ayuso (la han votado hasta en Vallecas acaso porque saben que tiene mucha más legitimidad de la que tenía Tierno Galván cuando incitaba a la ciudadanía a colocarse) la imparable. Y Pablo Casado no puede hacer nada salvo dejarla paso y ponerse a la cola para darle fuego.
Llega, y en los corrillos del Partido Sanchista ni Obrero ni Español se está diciendo así por lo bajini:
-Lo que Darwin quiere es que Isabel y Pablo se maten entre ellos: ¡dejadlos!