
Franco Battiato es una de esas personas que sólo pueden morirse de pie igual que los veleros…
Él. Místico sufí en una discoteca con orquesta. Trovador. Nómada en el mundo como Marco Polo, y nómada del otro mundo como Dante Alighieri. Turista de sí mismo. Gran señor de la poesía y la canción. Él. Sí, él, Franco Battiato, el condotiero ecuestre de las baladas profundas, mi favorito de entre todos los hechizantes músicos poetas hidalgos del infantado de la armonía y de mi alma, va hoy y se me muere entre la urgencia y la noticia de un telediario que me parte el corazón…
Y tal vez lo hace un poco para eso: para que lo deje todo y me ponga a decir con el corazón en la mano y miedo de que se me caiga que tengo todos sus discos, y lo escuché en directo, y sentí al escucharlo ese eco que producen las almas que se chocan así, como campanas sagradas.
Para que me ponga a decirle al silencio sonoro que nos deja, que no lo conocí nunca y sin embargo que lo quise.
Franco Battiato, mi bandera blanca, el que sabe amansar al animal que llevo dentro, el que me enseñó a viajar con mirada trascendente, y con sentido del paisaje y de la aventura humana. El que me invitó como nadie a espiritualizar el amoroso y gozoso hábito de cuidarte. El que le puso música y letra al dolorido sentir. El cantante juglar de mirada mistérica, y nariz de judío picassiano, y gafas de aviador intelectual, y porte espigada de hidalgo dinástico, cosmopolita y digno como un señor de izquierdas, se ha muerto hoy mientras sonaba agradecidamente en la jukevox de nuestra alma la que siempre será nuestra canción:
El Cuidado
Te protegeré de los miedos a la hipocondría,
de los trastornos que desde hoy encontrarás por esta vía.
De las injusticias y las mentiras de tu tiempo,
de los fracasos que por tu talante fácilmente atraerás.
Te aliviaré del dolor y de tus cambios de humor,
de la obsesión que hay en tus manías.
Superaré las corrientes gravitacionales,
el espacio y la luz y envejecer no podrás.
Te curarás de cada uno de tus males,
porque eres un ser especial,
y yo siempre te cuidaré.
Te donaré todo el silencio y la paciencia,
recorreremos unidos las vías que llevan a la esencia.
Y perfumes de amor embriagarán nuestros cuerpos,
la bonanza de agosto no calmará nuestro ardor.
Tejeré tus cabellos como trenzo mi canto;
conozco las leyes del mundo y te las regalaré.
Superaré las corrientes gravitacionales:
el espacio y la luz y envejecer no podrás.
Te salvaré de cada melancolía,
porque eres un ser especial
y yo siempre te cuidaré.
Yo sí, siempre te cuidaré.
En verdad, se ha muerto Franco Battiato, maestro de la vida tanto como del arte, y nos deja un poco solos. Y nos deja un poco perdidos en la madrugada pávida de esta primavera melancólica que, para nosotros, empieza ahora con su muerte.
Franco Battiato siempre será mi forma armónica, trashumante y neoclásica de decírtelo: Elena, te quiero. Y yo, siempre te cuidaré…