
-¿Has seguido lo de las manifestaciones incendiarias y rompeescaparates de esta semana en favor de las rimas minusválidas de un rapero que si no quebranta la ley sería un donnadie; uno por cuya obra merecería ser el orgullo de su colegio de educación especial?
-Como pa no.
-Pues esto no es nada, ya verás cuando los poetas sean los de la ESO, dijo un profeta apocalíptico llamado El Roto en una viñeta de periódico.
-Pues visto lo visto esa viñeta prefiguraba nuestro tiempo tanto culturalmente como políticamente.
-Desde luego, mira sino al rapero Pablo Hasél (al que ahora Pablo Echenique quiere llevar a Eurovisión): como no tiene talento para escribir buenas letras, lo que hace es escribir cosas que le hagan salir por la tele porque si no no sería nadie.
-Sí, tío, es como Mark Chapman, el tipo que se subió a la tumba de Lennon para parecer menos bajito…
Triste tiempo éste en el que los jóvenes poetas no hacen un poema por amor, sino por tener otro poema… Los jóvenes poetas contestatarios como Pablo Hasél que cumplen veinticinco años cada cinco minutos. Los que les gusta que sus letras estén más hormonadas que un travesti, y que su inteligencia política sea tan suicida que se parezca a las luces de mi viejo Ford Fiesta de la adolescencia (al cual, al venir de las discotecas, se le apagaban las luces en las curvas),
Para ser Miguel Hernández ahora no hace falta tener talento para la poesía (vean las rimas disléxicas de Pablo Hasél, compárenlas con la Canción del Esposo Soldado, y lloren). Por eso hay que dejar de extrañarse de que un creador tan limitado tenga que delinquir para hacerse ver, ya que está claro que él mismo tiene claro que ha de hacer tales aspavientos ilegales pues, por su talento cancioneril, no va a comerse un colín ni a pasar a la Historia.
¿Cuándo va el gobierno a revisar el delito de injurias a la Corona (a dejarlo en una multa disuasoria) para que deje de servir al propósito promocional de los raperos lobotomizados?
Pero lo que llama la atención no es lo de Pablo Hasél, sino lo de los que han salido a la calle a romperlo todo para defender la libertad de expresión de un tipo que escribe textos más tontos que un bocata de judías con chocolate… Textos que pone música para coro de laringetomizados, o así…
Gobierna Podemos y, de todos modos, las hordas anarquetas incendian los boulevares de la ciudad así, como si hubiera que cambiar otra vez el curso de la Historia: las manifestaciones en favor de Pablo Hasél, más allá de que Podemos también apoye la libertad del rapero, como bien están señalando politólogas como Estefanía Molina, ilustra cómo se ha roto el vínculo del institucionalizado Podemos con los movimientos sociales de calle.
Y esto nos enseña tres lecciones.
Una de las lecciones que nos brinda a tal efecto la cosa del enchironamiento de Pablo Hasél, es que ya Podemos está tan lejos de los movimientos de calle como lo está Galapagar de Vallecas.
La otra lección es que Pablo Hasél tiene razón en que la palabra Borbón no rima con nada que no sea un insulto, pero hay más palabras que rimar en nuestro idioma.
Pero la lección más importante de todo es esta pregunta que tengo yo que hacerle desde aquí a la rebelión de las masas: amado público, yo también escribo gilipolleces de vez en cuando: ¿perderíais un ojo por mí?