Opinión

Retratos de la España Friqui: Pablo Iglesias

Pablo Iglesias
photo_camera Pablo Iglesias

-¿Qué te parece lo de que Pablo Iglesias le quiera ganar las elecciones a Isabel Ayuso.
-Eso es como que quiera invitar a cenar a una mujer y la llame marcando el número de otra…

Yo comento por ahí que, como buen feminista, hago la compra antes de cocinar en casa para mi mujer y mi hija Lorca. Pero que no es en el supermercado, sino en ABC, El País, El Mundo, El Taquígrafo y en Al Rojo Vivo de La Sexta, donde le tomo el pulso a este autosacramental que es últimamente la política…

¡Lo comento pero se trata de una mentira de bellaco!

La verdad verdadera es que yo, aunque admiro a politólogos ultimísimos, brillantes y sexys como Estefanía Molina y Pablo Simón (¡que se besen; que se besen!), en esto sigo a pies juntillas a la pescadera de mi barrio como si fuera un profeta!

La cosa en la cola de la pescadería está que arde a causa de esta Isabel que consideran que es más Isabel que la Preysler y la Pantoja y la Católica juntas pero no revueltas.

Se dice que Pablo Iglesias (como toda chica Almodóvar, como todo hincha del Rayo Vallecano que va al palco del estadio trayendo Galapagar en la solapa, que es la Marbella sin mar), quiere asaltar los cielos de Madrid.

Se dice que lo hace para poner freno a esa reencarnación de la Cibeles chulapa y de ojos grandes, enlagunados, esa suerte de aspirante a marquesona pintada por Julio Romero de Torres, que es Isabel Ayuso.

Se dice que, para eso, para que la derecha no se quede con todo en la capital de las Españas, el macho alfa cheguevariano con barba nazarena poco poblada, y dentadura mellada, y mala hostia de ateo, y escudo verbal y facial anti-pijotería, y magnetismo arrollador de poeta ruso tipo Maiakovski, y coleta de torero de papel cuché venido a menos tipo Javier Conde pero cruzado con cineasta comprometido a lo Fernando León de Aranoa, y, en suma, una pose general que tiene menos encanto que una alarma de coche, ha dejado el gobierno en manos de Irene Montero, y los hijos en manos de Yolanda Díaz… O al contrario… O a la bicerveza.

Se dice que lo de Pablo Iglesias es el culmen de la generosidad política; que lo suyo es un sacrificio mesiánico; que lo de dejar la Vicepresidencia es una inmolación ideológica por el bien de la nueva política pre-Galapagar, o post-15M, o como se diga.

Sin embargo a la pescadera de mi bario le parece más bien la constatación de que gobernar es dejar claro que no puede llegar a hacer ni un cuarto de la mitad de lo que dice que va a hacer, y que, como le va la marcha, lo que va con él es la oposición, y, sobre todo, el ego.

-A este lo que le pica la punta no es tanto que gane Ayuso como que Errejón por libre quede por delante.
-¿Tú crees?
-Como que me llamo Eufrasia que lo creo.

Dice Eufrasia mi pescadera que lo que le jode a Pablo Iglesias no es la ascensión de la virgen inmaculada Isabel Ayuso, sino la colateral ascensión al cielo del marxismo actual del no menos virgen inmaculado (en apariencia, aunque vete tú a saber) Iñigo Errejón.

-¿Merluza, besugo, mero o con sardinillas vale?
-Lo más barato.
-Dirás que lo que esté más fresco…

Dice la politóloga que me atiende cuando terminan de empujarme en la cola de la pescadería que, ya que el partido de Errejón tiene muchos más votos que él de Pablo Iglesias, la verdadera generosidad política de Pablo Iglesias se vería a todas luces si Podemos no se presentara.

Si Podemos no se presentara en Madrid en las elecciones del 4M la izquierda tendría una oportunidad.

-¡No, besugo no!

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