
Lo de los coronados al final es un cuento de hadas monárquico que nos tiene hasta la coronilla.
No existe el humor inglés: es que los ingleses son así y nos hacen gracia.
He aquí la conclusión que hemos sacado al ver por la tele con palomitas y envidia eso tan friqui de la coronación de Carlos III de Inglaterra y Lady Tampax la lagartona.
Y hemos tomado apuntes…
Así las cosas, nuestra crónica aforística de la coronación es ésta:
No es un flojeras y una lagarta, no, Carlos y Camila son feos como cocos pero se quieren.
Y el exmarido de Camila asistió a la ceremonia: ¿quién dijo que no era masoca?
Y lo suyo, lo de los coronados, al final es un cuento de hadas monárquico que nos tiene hasta la coronilla.
Y nuestro Rey Emérito oyó algo de Carlos III y creyó que era un coñac.
Y nuestra reina Leticia ha ido con un sombrero vietnamita.
Y entre la cara de caballo de Camila y las pamelas parece que estamos en el hipódromo de Ascott.
Y como hagan a Ladi Di santa de la iglesia anglicana, no descartamos que, igual que Enrique VIII, El nuevo rey Carlos III funde su propia religión…
Vivan los Monty Piton.