
En efecto estaba el otro día con la familia en un tabernón catastrófico automedicándome con arroz con bogavante y calor de verano a destiempo, cuando, de pronto, me di cuenta de que el arroz estaba pasado, y el calor todavía más pasado, y que el cuarto postre seguido sí engorda, y que el whisky, cuando has llegado a ciertas desmesuras, apenas desatasca…
Y en esos casos los precoces y fascinantes niños de la familia, los que azuzan con ternura y talento a mi niño interior, me tienen dicho sin decirlo que la más inmediata forma de sobrevivir es meterte en el cine como exclamando ¡que le den por el culo a la realidad!
Fuimos a ver la segunda parte del nuevo y más exuberante Spiderman. Y creo que seguimos allí dentro perdidos en la tela de araña argumental.
¡Qué maravilla cuando el cine te ofrece la gozosa sensación de que no ha pasado el tiempo; que aún puedes divertirte con los juguetes, comics y fetiches de tu infancia y adolescencia; que eres eterno!
Es una película hipnótica, intensa, violenta, compleja, absorbente, desasosegante, emocionante, y con gran capacidad de impacto visual. Es cine de animación para adultos con alma de niños y niños con mente de adultos. Es la simbiosis del dibujo por ordenador al servicio de una animación innovadora. Arte postmoderno. Sí, es una excelente forma de hacernos ver que en la vida hay varios niveles, y no debemos quedarnos en el nivel superficial, o conformarnos con un vitalismo elemental.
Es la mejor película de dibujos animados que se ha hecho nunca.
Y es que es acción, pasión, humor, vértigo, relaciones complicadas entre padres e hijos que se quieren y no se entienden, y entre muchachos y un mundo agresivo y feroz que tampoco les entiendes, y del cual quieren huir a toda hostia para llegar a toda prisa a algún mundo paralelo, que, al llegar, resulta que es aún peor que éste.
¡Qué pasada!
La trama versa sobre un muchacho que no encaja en ningún sitio, Miles Morales, hijo de unos padres portorriqueños en Brooklyn, Nueva York, que no le entienden porque no saben que, aunque parece que en la vida solo quiere ser el guardián entre el centeno, que diría JD Salinger, en realidad es un superhéroe cuya secreta vida heroica se interpone en su vida escolar.
Y la trama versa también sobre la lucha épica y brutal de Miles Molales Spiderman contra un supervillano, y luego contra otro, en cuyo devenir nuestro héroe llega a conocer a la Sociedad Arácnida, un grupo de héroes de múltiples universos, todos los cuales comparten el nombre de Spiderman.
Pero, y esto es lo más destacable, entre ellos está Spiderwoman, el personaje más complejo y redondo de la película, fascinante en su relación con su padre y en todo …
Y resulta que es ella quien le oculta un secreto crucial a nuestro protagonista, el cual se nos revelará cuando ambos se encuentren un universo temporal paralelo con un muy estricto Spiderman del futuro.
En esencia esta película trata sobre la vida y lo que significa crecer: unos tienen una visión clara de qué significa tener poderes, y otros, como Miles Morales, también tienen esos poderes, ese talento, pero no saben aún que los tienen, ni saben cómo y cuándo utilizarlos, ni lo que implica tenerlos… Y alguien les tiene que enseñar… ¡Por eso, para que aprendamos a tiempo cuál es nuestro potencial y para recibir impulso, existe la familia, y existen los amigos, y la sociedad!
Pero, más allá de del argumento y el mensaje, ver esta película en pantalla grande es un acontecimiento visual espectacular: algo que no puedes entender ni olvidar como los poemas de Paul Celan.
Sí, se trata en suma de una historia entre lisérgica y cyberpunk de superhéroes adolescentes postcoloniales en un caos suburbano en varios planos y en un multiverso temporal enmarañado que nos hace llegar a una brillante y friqui conclusión: ¡cómo coño va a ser la realidad solo eso que llaman lo normal!
Pero su principal valor temático, lo que hace de esta película un prodigio, es que humaniza y redondea psicológicamente el género de los superhéroes (el cual, hasta ahora, por influencia de los comics, había sido siempre maniqueo y poblado de personajes planos, pero al parecer ahora ya no).
Sí, he aquí una apoteosis de friquismo y de los colores faubistas y de imaginación a caballo entre Philip K. Dick, William Gibson y Guillermo del Toro, pero con toques de terror tardoadolescente a lo Mariana Enríquez… Y todo, ya decimos, con una expresividad tan poderosa e intensa en el dibujo en el color en el diseño y el la acción de las tramas y subtramas superpuestas –la locura al servicio de la narrativa-, que bien parecía que la mesonera nos hubiera colado un tripi en el arroz (como si nos hiciera falta).
Todo lo que tiene de visceral, de enigmática y de apoteósica la adolescencia suburbana de los incomprendidos, queda perdurablemente retratado en esos dibujos.
Menuda rescritura de Spiderman, el mito Marvel, más cojonuda.
Viva vivir.