
-¿Hablo con los de mantenimiento? Sí, soy el Presidente Trump, y les llamo para que me manden un técnico porque el botón de los misiles nucleares no funciona…
En septiembre se cumplirán setecientos años de la muerte de Dante Alighieri. Poco antes de morir había puesto el punto final a su «Commedia», una obra inmortal en verso que funda la literatura del yo (autor y protagonista son el mismo), y que aúna como jamás se había hecho aristotelismo, teología tomista, talento verbal sobrehumano e imaginación visionaria sin igual: todo para hablar fundamentalmente sobre la política de su tiempo.
Dante mediante su obra lleva a su época aún medieval hacia la modernidad.
La Commedia (así la tituló él; fue Boccaccio quien la retituló como la Divina Comedia) trata sobre Dante iniciando un viaje al otro mundo en busca de su amada Beatrize, y describe el otro mundo en el que se topa con sombras sabias de la antigüedad clásica en la montaña inversa del infierno con sus muy poblados ocho círculos, en las terrazas del purgatorio, y en los cielos concéntricos del paraíso. ¡Pero nada como el dibujo de Sandro Botticelli del infierno de Dante (un infierno repleto de horrores, supervillanos, perversiones, sentido de la justicia e intensidades hipnóticas) para darse cuenta de que, entre otras muchas cosas, Dante inaugura el arte del cómic, pues esta obra, como nuestro mundo político, parece una historieta de cómic!
Al respecto de la obra de Dante llama la atención que ha envejecido mucho teológicamente (es muy brillante al respecto eso que escribiera Borges de que “dicen los teólogos que los espectáculos que nos esperan más allá de nuestra muerte física no se parecerán en modo alguno a los que muestra Dante en su infierno, su purgatorio y su paraíso. ¡Pues es un alivio saber que lo que me deparará el otro mundo no será conversar con el demonio en tercetos en italiano!”), pero, como nos enseñó otro de los grandes lectores de la tal obra maestra, T. S. Elliot, no ha envejecido políticamente.
De hecho Dante es tan moderno que nos hace ver ahora, ahora que acabamos de asistir a un golpe de estado en EE.UU (porque sea fallido no deja de ser un golpe de estado con Trump apostando por el unilateralismo en vez de por la constitución y gritando a la puerta de la sede de la soberanía popular ¡apreteu, apreteu!) que en el noveno círculo del infierno está el demonio, el cual es un supervillano con poder.
Dante nos hace ver que en el noveno círculo del poder está Donald Trump.
He aquí, como si fuera un botón que la ficción se trae hacia la realidad, una curiosa reactualización de su obra maestra en forma de golpe de estado.
¿Cómo puede llamarse democracia a eso de que como no me gustan las reglas votadas por la mayoría exijo otras reglas o quemo el monopoli y se acabó el juego?
Trunp es el traidor tan irresponsable como psicópatico: ¡a los tribunales con ese fascista!…
-¿Quieres decir que Donald Trup no es un cowboy?
-No, es una vaca loca…
Contra el unilateralismo, siempre la democracia, los tribunales y la fuerza de la constitución.