Opinión

Vida, obra y milagros de Jordi Pujol (novela negra, capítulo IV): la década del 2010

“Contemplad el rostro de la mujer que hizo zarpar mil barcos” dejó escrito el viejo Homero al respecto de Helena de Troya, la chica-Interviú de la época, para ejemplificar expresivamente, intemporalmente, perfectamente, que lo que cambia el gran curso de la historia, lo que hace girar el signo de los acontecimientos de la política, suele ser una mujer (así de pulcro y fino lo glosó Homero, que para eso era griego).

Y el fascinante Antonio de Hoyos y Vinent, sordo, dandi, genial y homosexual como Luis Antonio de Villena, prolífico escritor decadentista español con un monóculo en un ojo y un título de marqués en el otro, gran amigo-amado de doña Emilia Pardo Bazán y amigo-amante del extrañísimo Rodrigo de Saavedra y Vinent, Marqués de Villalobar (cuya esperpéntica y eléctrica vida por cierto –la de este último heterodoxo me refiero-, más merecería por mi parte –digámoslo así, mal- una biografía que don Jordi Pujol), escribió lo mismo que Homero, sí, pero con esta otra formulación más castiza: “tiran más dos glándulas mamarias que dos máquinas agrarias”)…

Todo esto viene a cuento de que Jordi Pujol Ferrusola, el primogénito con peinado de coadjutor y pecados de ángel negro igual que el Barón Corvo, él, el Padrino en la españolada sobre el clan Pujol, el coleccionista de empresas y coches deportivos y amantes con andares de tartana de lechero, se echó una novia que le salió rana. Hasta aquí nada nuevo. Y, cuando la dio puerta, ella, doña María Victoria Álvarez, que a la postre tenía en su curriculum haber sido compañera de pupitre del ideólogo pragmático del presidente Mariano Rajoy (Jorge Moragas), ella, que durante el noviazgo de miel, amor de fotonovela y besos de carmín como rúbrica de cheques, había reunido y retenido abundante documentación y material informático sobre las actividades supuestamente ilícitas de su Pujol Ferrusola, le hizo una jugada más onerosamente cruel que un divorcio en gananciales: fue y se reunió en canal con la líder del PP catalán Alicia Sánchez Camacho.

Ocurrió en un restaurante fino de esos cuya carta es una tesis doctoral en francés para anoréxicos escogidos.

Y ellas, la venganza femenina siempre tiene algo lésbico dice Jeanette Winterson en sus novelas líricas, mezclaron el vino espumoso con el rencor aún más espumoso, para pasar a emplear, después, ya la justicia como digestivo…

Fue así como ella, la ex-novia, la otra que se creía única como Jacinta cuando no estaba Fortunata en la novela inmortal de don Benito Pérez Galdós, destapó la olla de la corrupción familiar de los Pujol…

Y eso fue –no lo aventó un periodista de investigación sino una mujer despechada- lo que cambió para siempre a partir de esta década la percepción pública del ex-honorable Jordi Pujol padre.

Sí, de pronto, tras todos los guateques de la democracia recién estrenada, llega una década nueva, una página nueva de la novela de la nueva España, y lo que era no es (entre el chaqueterismo y el travestismo heredados de la Movida y sumados a los tocamientos ilícitos y ocultaciones en la sombra de la geometría parlamentaria y el pactismo periférico o rentista o levantisco que trajo la Constitución del 78, en política la gente se transmutaba ideológicamente, y hasta casi físicamente, cada legislatura).

De hecho Jordi Pujol en esta década ya no era carismático ni honorable ni para la TV3, qué va, sino a lo sumo un jefe de clan corrupto y evasor fiscal interesadamente no juzgado cuya presencia pública venía a decir sin palabras que las momias son lo contrario de la eternidad.

¿Quién es de verdad Jordi Pujol más allá de su bioformato de menudos de pollo pedigüeñados en el mercado de abastos del cielo? ¿Tiene una fortuna en paraísos fiscales del extranjero procedente en buena parte de fondos públicos y recaudada por sus hijos? ¿Estaba Artur Mas en la inopia y no sabía nada de sus tejemanejes y sus treses por ciento a pesar de ejercer como su Consejero de Economía? ¿Es cierto que La Moncloa, fuese quien fuese su inquilino, siempre estaba al corriente de muchas de las corruptelas del Padrino Jordi Pujol y su clan pero las ignoró por dos razones, a saber, porque CiU ha sido en los últimos 30 años un elemento esencial para que los dos grandes partidos se alternen en el poder, y por la decisión de los diferentes gobiernos de administrar tal información en el caso de necesitar un golpe fatal a la formación fundada por Jordi Pujol? ¿La despechada justiciera o justiciera despechada que fuera novia de Jordi Pujol junior en esta historia, en esta película a medio camino entre Martin Scorsese y Mariano Ozores, hace las veces de Antígona o ejerce más bien de la Belén Esteban de turno?

En aquella década como resacosa de tanta democracia, quizás porque la curiosidad era un cristal que nos distanciaba de las cosas pero no del sentido de las cosas, todo eran preguntas…

Luego vino Iker Jiménez con las posibles respuestas envueltas todas en el precocinado regusto de hablar en hipótesis.

Y una hipótesis puso en peligro todo. ¿Cuál? Ya les cuento…

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