Opinión

Fumarse un porro legal

Es hora de legalizar la maría. E ir más allá de la regulación para usos terapéuticos y medicinales. Hay que legalizarla también para usos recreativos en toda Europa, también en España.

Lo afirmo con rotundidad, consciente de los potenciales daños cognitivos que puede provocar y su asociación con enfermedades mentales, porque creo firmemente que la legalización es la única salida para la normalización de un mercado negro cuya regularización, bien hecha, iría en favor de la calidad del producto, de la seguridad y de la propia educación de la ciudadanía en su consumo.

su regulación repercutiría en las arcas del Estado y crearía puestos de trabajo tanto en la producción, como en la distribución y la venta

Ahora mismo no hay control de calidad alguno, mientras que el consumo se incrementa de una manera desinformada. Además, su regulación repercutiría en las arcas del Estado y crearía puestos de trabajo tanto en la producción, como en la distribución y la venta: puestos de trabajo legales y una actividad sometida a impuestos, cuando hoy hablamos de pura economía sumergida y, como tal, sin control alguno más que el de las mafias.

Seamos realistas, la prohibición del consumo solo contribuye a que el Estado haga caso omiso en su imprescindible tarea de prevención, a que se mueva dinero en la sombra y que no haya ningún control sobre la calidad del producto; y precisamente porque es una cuestión de salud, hay que ser sumamente cuidadosos y encontrar la mejor fórmula de regularización.

Vayamos a los datos. Diversas publicaciones científicas coinciden en concluir que allí donde se legaliza el cannabis, disminuye su consumo, sobre todo en poblaciones en riesgo de exclusión. Un estudio del American Journal of Drug and Alcohol Abuse, publicado el 14 de febrero de 2019 basado en una encuesta a más de 800 mil estudiantes de 45 estados de los Estados Unidos revela que la legalización del cannabis contribuyó a que el número de adolescentes consumidores decreciera, y de forma más perceptible en minorías raciales como negros (-3,9%) e hispanos (-2,7%). Hay que recordar que la prohibición tuvo en el pasado un fuerte componente racista y de mercado.

Por otro lado, el cannabis es la cuarta droga más consumida en España, la primera en el caso de las drogas ilegales. Según la Encuesta sobre alcohol y drogas en España (EDADES) 2017/2018, el 11% de los encuestados de entre 15 y 64 años afirmaron haber consumido cannabis en los últimos 12 meses, respecto al 75,2% que consumió alcohol, el 40,9% que fumó tabaco y 11,1% que consumió hipnosedantes (con y sin receta médica). El cannabis es la droga cuyo consumo más se ha ido incrementando, del 9,5 al 11% entre 2015/2016 y 2017/2018, seguido por el del tabaco y la cocaína. Casi 3 millones de personas consumieron cannabis en España en 2016 según el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones.

que estemos a favor de la legalización del cannabis no se aplica a otras actividades de economía sumergida como es el de la prostitución

Desde Actúa tenemos claro que hay que acabar con las políticas prohibicionistas, pero también somos conscientes de que su legalización debe ser abordada de manera integral y, preferiblemente, a nivel europeo, teniendo en cuenta tres variables: los niveles de consumo, los efectos tanto paliativos como perjudiciales, y las cantidades económicas que moviliza, ahora opacas y en manos de mafias. Miremos hacia Uruguay, donde los resultados de la legalización parecen, en su mayoría, satisfactorios, y miremos hacia el modelo más reciente canadiense, que concibe la regularización de una forma más parecida a la del tabaco en España, bajo el control estatal. Miremos y encontremos la fórmula para despenalizar el consumo de la marihuana y el hachís, como se hiciera antaño con el del alcohol.

Quiero hacer un inciso, adelantándome así a lo que muchos estaréis pensando ahora que es una contradicción en nuestro argumentario: que estemos a favor de la legalización del cannabis no se aplica a otras actividades de economía sumergida como es el de la prostitución. En la prostitución hablamos de la explotación sexual de una persona, la violación previo pago, la trata de personas. En el caso del cannabis, se trata de una apuesta por la libertad de producción, venta, distribución y consumo y, sobre todo, de sacar a la luz un actividad que, regulada, no vulneraría los derechos humanos.

Para añadir perspectivas al debate, en nuestro país hay varias organizaciones que aportan argumentos diferentes. Por un lado, la propuesta del Observatorio Español de Cannabis Medicinal (OECM), que pide regular el uso terapéutico desde un cultivo controlado hasta su posterior consumo, garantizando la calidad, trazabilidad y seguridad del producto. Una propuesta razonable, pero se queda corta. Es interesante también el trabajo que está realizando la plataforma Regulación Responsable, que contempla variables como el cultivo para uso personal, el cultivo en grupo y el cultivo social de cannabis, el comercio con licencia, la educación para el uso responsable y el acceso al cannabis terapéutico.

Hay otros grupos elaborando alternativas de regulación, pero lo que tenemos claro desde Actúa es que nos debemos mover en un punto de consenso entre la completa legalización y la normalización de una producción y comercialización seguras, con una fuerte información por parte de las instituciones sobre sus riesgos, y el cultivo doméstico para consumo propio. En cualquier caso, más allá de un uso exclusivamente medicinal. Sin hipocresías.

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