
La prostitución se ha convertido en una oferta más del abanico cultural de nuestro país. El vacío legal en torno a este negocio nos ha convertido en uno de los destinos turísticos preferidos por los puteros a nivel mundial. Así lo confirman los datos de Naciones Unidas: España es el país en el que más prostitución se consume, solo por detrás de Tailandia y Puerto Rico. Así lo avalan también los foros internacionales de puteros. Por eso, ya nadie se escandaliza. La lacra de la prostitución ha abandonado la clandestinidad y ha impregnado otros ámbitos en los que, hasta la irrupción de las nuevas tecnologías, era casi un tabú como la TV, en horario prime time o, en especial, las redes sociales.
La vorágine de las nuevas plataformas, que imponen un canon de belleza inalcanzable, un ritmo de vida inasumible para la mayoría de los mortales y un lifestyle irreal, lejos de trabajos convencionales, pero con ingresos millonarios, ha terminado por engullir a buena parte de los jóvenes. Lejos de la ficción de los capítulos de Black Mirror, la realidad es que tu valor se mide en los likes que tengas. Si no te muestras a través de las redes sociales, dejas de existir. Eres poco menos que un paria.
Esta frivolidad, esta necesidad constante de aparentar, de vender una vida perfecta y una imagen diseñada a golpe de filtro, ha conducido a una buena parte de los jóvenes, que no tienen otro talento, a encontrar la vía de acceso a esta vida irreal a través de su cuerpo. Cuanta más carne, más likes. Cuanto más sexy, más seguidores. Cuanto más explícito, mejor. El precio a pagar, da igual. Y la sociedad, lejos de criticarlo, lo acepta y lo verbaliza públicamente sin reparos.
La era de la prostitución virtual
El summum de la degradación de la sociedad ya tiene nombre. Se llama Onlyfans. Esta red de camuflada prostitución vende sexo, vende cuerpos y lo peor de todo ello, nadie parece ser plenamente consciente. La plataforma ofrece las herramientas para ejercer la prostitución. Eso sí, sin tocarse. Aquí las relaciones sexuales, la excitación y el pago son virtuales. El putero ha dejado de considerarse a sí mismo como un putero, aunque consume contenido sexual explícito, y las chicas, porque en su mayoría son mujeres, ya no se identifican tampoco como prostitutas.
Pero además, Onlyfans no solo ofrece un amplio abanico de servicios entre los que se encuentran peticiones personalizadas y exclusivas para el cliente, videollamadas o el pago de propinas por un servicio satisfactorio, sino que actúa como un auténtico proxeneta, tan deleznable como los de carne y hueso. La plataforma se lucra de los contenidos eróticos y pornográficos, cobrándose el 20% de los servicios. Mientras, cientos de jóvenes, mayoritariamente chicas, viven encadenadas a este estilo de vida, siempre a las órdenes del putero de turno que, caprichoso, quiere satisfacer sus parafilias más rocambolescas. Las exigencias, cada vez mayores, de los “seguidores” las conduce a perder el control de sus propios límites. Bajar el rendimiento no solo significa obtener menos ingresos, sino ser peor considerada, bajar del ranking de las más top y perder visibilidad.
El top 10 de la explotación sexual
No existe algo peor en el mundo de las redes sociales que perder visibilidad, followers, likes. El sistema patriarcal ha establecido la división entre las mujeres “decentes y respetables”, aunque lo seamos todas, las wife material, que dicen los estadounidenses, y las prostitutas, las indecentes, las que están bien para divertirse un rato pero para nada más. Mujeres que quedan relegadas a “pseudomujeres” por un sistema que las humilla y las degrada a seres carentes de sentimiento alguno, como objetos de usar y tirar. Y esto se ha trasladado también a las redes sociales.
La hipócrita dualidad de nuestra sociedad refleja que, si bien prostitución es denostada por la mayor parte de la sociedad, al menos en público, de puertas para adentro se consume cada vez más y a edades más tempranas. Las mujeres que la ejercen tienen que cargar con el brutal estigma de la prostitución a sus espaldas. Pero existe algo todavía más cruel con la llegada de las redes: bajar en el ránking, desaparecer del Top 10. Ser una prostituta “mal considerada”, una prostituta de segunda. La losa de ese estigma es entonces todavía mayor.
Los menores juegan con fuego
Otro de los graves problemas que presenta esta plataforma, al margen, por supuesto, de fomentar y blanquear el sistema prostitucional de nuestro país, es la gran presencia de menores en todo este entramado. Muchos de los usuarios, también entre los creadores de contenido, son menores: niños y niñas hipersexualizados que sin el control parental y con el permiso y pasividad de la plataforma (que se salva el culo con una larga lista de ‘Términos y Condiciones’, que por supuesto nadie se lee) publican y/o consumen contenido sexual explícito.
¿Lo peor de todo? Nunca saben quién les observa tras la pantalla, quedando a merced de las redes de trata que buscan mercancía fresca entre los usuarios más jóvenes. Además, pedófilos y pederastas se frotan las manos porque ya no tienen que ingeniárselas para acceder a los foros más perversos de la dark web. Onlyfans se lo ha puesto en bandeja. Eso sí, a golpe de talonario.
Mujeres jóvenes, mayoritariamente, pero también muchos menores, se verán encadenados de por vida a una huella digital imborrable que les impedirá, si es que lo quisieran, olvidar un pasado en el que, por diversas razones (necesidad, lucro, apariencia o popularidad), se vieron abocados a venderse a través de una pantalla.