Opinión

“Don Federico mató a su mujer”

Foto de archivo
photo_camera Foto de archivo

Don Federico mató a su mujer, la hizo picadillo y la puso en la sartén. La gente que pasaba olía a carne humana, era la mujer de Don Federico”. Esta escena criminal, machista y me atrevería a decir que, incluso, caníbal, era una cancioncilla que yo, y toda mi generación, cantábamos con 10 años en la hora del patio. En realidad, era un juego, de esos de picar las manos. Hubo días que, durante los 20 minutos que duraba el recreo, nos lo pasábamos entero jugando a estos juegos y haciendo una clara apología a la violencia de género sin saber, ni siquiera, las connotaciones misóginas y violentas a las que aludíamos.

Yo hice los 10, en el año 2005, desde el 2003 el Gobierno empezó a contabilizar las mujeres que morían a manos de sus maridos, dado que esta realidad se había convertido en un jodido problema (spoiler: lacra que seguimos arrastrando). Y mientras, en el colegio, hacíamos difusión de estas ideas. Entre risas y entre la inocencia de una infancia que, sin saberlo, nos condicionaba a seguir con los roles establecidos antaño. Por suerte, hemos ido rompiendo los esquemas.

Primero fueron “Los payasos de la tele”

No culpo a mis profesores de no ponernos freno, era “lo normal”. Considero que tuve muy buenos profesores, pero soy consciente de que no les puedo exigir ahora que me hubiesen dicho que lo que cantaba era cruel, cuando ellos venían de idolatrar a “Los payasos de la tele”. Un grupo de tres tipos, vestidos de payasos, bastante creepys, que a día de hoy parecerían salidos de una peli de miedo.

Estos tres buenos hombres, porque no pongo en duda su bondad, cantan unas canciones que calaron en el subconsciente de nuestro país y que, como la anterior, eran una clara y casposa apología a los roles de género, a la inferioridad de las mujeres y a sus “obligaciones” en casa: “Lunes antes de almorzar, una niña fue a jugar, pero no pudo jugar, porque tenía que lavar. Así lavaba, así, así...”. Y así así, se le va la semana entre barrer, bordar, coser, cocinar y tejer.

Lo rematamos con algunas canciones de reggaetón

Y claro, ahora nos echamos las manos a la cabeza con el reggaetón porque dice cosas como “baby, hoy te voy a chingar”; cuando, en realidad, llevamos años cantándole a la violencia de género. Y, aunque ciertamente hay algunas canciones de reggaetón que parecen haber sido compuestas por los compositores remasterizados de los “Los payasos de la tele”, “si sigues con esa actitud voy a violarte, yo sé que a ti te gusta porque estás sudadita”, dice Jiggy Drama; llevamos años haciendo apología a la violencia y nos damos cuenta ahora... Y es que estos mensajes, lamentablemente, han perforado nuestras raíces, dificultando todos los esfuerzos para minimizar (ojalá erradicar) esta lacra.

Y aunque, el reggaetón es el más criticado, como vemos, el machismo está en todo tipo de música y en cualquier idioma. Por supuesto, no hay que sentenciar a todo un género musical, porque está claro que todos, incluso las canciones infantiles, han pecado en algún momento de la historia reciente.

Parémonos a reflexionar un poco

En inglés, la mítica y “romántica” canción de The Police “Every Breath you take” es otra muestra. Ha sonado en bodas, en pedidas de mano, en aniversarios y su compositor dijo públicamente que “por favor” dejaran de utilizar esta canción como una prueba de amor, porque era “un total engaño, fruto de su desesperación”. Un amor asfixiante, controlador y posesivo.

Este artículo no pretende que, ahora, dejemos de escuchar música, porque hay miles de letras preciosas que nos empoderan como mujeres, pero sobre todo, como sociedad. Pero me apetecía reflexionar sobre hasta qué punto el machismo ha penetrado en nuestras raíces y se ha apoderado, incluso, de las canciones infantiles. Cancioncillas que cantábamos en el patio del colegio y que ahora me parecen una auténtica locura. Al nivel del iluminado al que se le ocurrió decir “si sigues con esa actitud voy a violarte” en una canción de reggaetón. Estilo musical, por cierto, que escuchan la mayoría de los jóvenes y adolescentes de nuestro país.

La importancia del mensaje

Lo importante, por lo tanto, es ser consciente del mensaje que recibimos. Analizar si aquello que cantamos “a grito pelao” conlleva una idea, un valor o una acción que no nos representa para denunciarlo. Y, en especial, ser conscientes del mensaje que queremos que reciban los más pequeños de casa. Quizá que canten: “Don Federico mató a su mujer”, no es una buena idea… al menos, hacerles ver y entender que aquello que dice la cancioncilla no está bien.

Es violencia de género y decenas de mujeres siguen muriendo como consecuencia de ello…

Comentarios