Opinión

“Maricón no debería ser lo último que escuchas antes de morir”

Ilustraciones de @kilbabi (izquierda) y @andrea.que.chica.mas.fea (derecha)
photo_camera Ilustraciones de @kilbabi (izquierda) y @andrea.que.chica.mas.fea (derecha)

“Samuel no ha fallecido. A Samuel lo han matado”. Las redes sociales arden. El asesinato del joven Samuel, de 24 años, en A Coruña ha sido la gota que ha colmado el vaso. El mes de junio ha estado marcado por una decena de ataques y agresiones homófobas, coincidiendo precisamente con el mes en el que se celebra el Orgullo. Ante estas cifras, miles de personas han visibilizado a través de sus perfiles sociales el enfado y la repulsa contra estos hechos, denunciando que la mayoría de las agresiones quedan impunes. Y es que mientras el número de ataques y víctimas va en auge, las denuncias siguen estancadas. El principal motivo: el miedo a la discriminación.

Aunque bien es cierto que la pandemia relajó los índices de brutalidad contra este colectivo, la realidad es que las personas LGTBIQ+ siguen estando en el centro de la diana para homófobos, misóginos y racistas. En este sentido, en lo que va de año en Catalunya ya se ha registrado un repunte del 15% en los ataques homófobos respecto al año pasado y son ya más de 80 las víctimas de este tipo de agresiones. En la Comunitat Valenciana, el Observatorio Valenciano contra la LGTBfobia también ha apreciado un repunte importante respecto año pasado, cercano al 25%.

“Nos están matando”

 

Estas cifras preocupan y dan miedo. Cientos de personas han empezado a postear su indignación bajo el lei motiv “Nos están matando” y muchos personajes públicos y de gran influencia social se han pronunciado al respecto, lamentando la muerte de Samuel, como representación del crecimiento de este tipo de agresiones. Políticos, actores, actrices, cantantes, influencers… todo ellos piden más control, más herramientas y más efectividad a la hora de denunciar este tipo de violencia. En general, reclaman más garantías.

Se ha viralizado el lema “maricón no debería ser lo último que escuchas antes de morir”, que fue lo último que escuchó Samuel a las puertas de la discoteca donde fue brutalmente golpeado por 13 individuos. Trece contra uno. No solo han aumentado el número de ataques, sino que cada vez son más violentos. Las redes y, en general, la mayoría de la población exige justicia. Este lunes han sido detenidas trece personas por su presunta relación con la muerte del joven gallego. Sin embargo, poco más sabe ya que el Juzgado de Instrucción número 8 de A Coruña ha decretado el secreto de las actuaciones.

“Queremos salir sin miedo a la calle”

 

Y como pasa con la lucha feminista, la lucha por los derechos de las personas LGTBIQ+ también se centra en querer llevar un vida libre de miedos. En poder salir a la calle sin pensar que “hoy puedes ser tu”. Las redes arden, pero deberían arder las escuelas y los institutos para enseñar a los niños los valores de una educación igualitaria. Deberían arder nuevas leyes, nuevas medidas. Más herramientas y más garantías. Garantías de saber que si un descerebrado te toca un pelo solo por tu condición sexual lo pagará duro con una condena firme, contundente e implacable.

La muerte de Samuel puede suponer o debería de suponer un antes y un después. Puede aplicarse todo el peso de la ley contra quienes participaron en su muerte, por suave que fuese su puñetazo, y cumplir condena por ello. Agravante de delito de odio… nadie debería morir por expresar libremente su condición sexual. Nadie debería ser insultado, amenazado, burlado, marginado o rechazado por ello.

Nadie debería volver a ser Samuel nunca más. Y a los que se les ocurra en un futuro ser como los 13 cavernícolas que lo agredieron hasta matarlo que sepan que sus actos tienen consecuencias. Que su muerte no sea en vano.

Descansa en paz.

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