
Dos hombres cazados y grabados por la cámara oculta compadreando con el supuesto agresor, son en realidad dos violadores a la espera de su oportunidad.
Supongo que recordarán aquellos programas de cámara oculta que se pusieron muy de moda a principios de los 90. Ya casi no existen porque eran bastante infumables, excepto la casposa gala de “Inocente, Inocente” con la que cada 28 de diciembre nos torturan e la tele.
Pues el otro día vi uno de estos videos, pero totalmente actual y sin ánimo de divertimento, reconvertido a formato Tic Tok, que es lo que se lleva ahora, pero en el que sólo se reían los dos mamelucos que salían en él sin saber que estaban siendo grabados. Contrariamente a lo que sería la idea inicial, pero así fue.
La escena representaba a una pareja joven, que se ve que se conocía, en la terraza de un bar. En un momento dado, la chica se levanta para ir al baño y en ese momento, su acompañante aprovecha para introducir unos polvos en su bebida. El objetivo era grabar a las personas que había en las mesas de al lado presenciando la escena para observar su reacción.
Spoiler: no hay sorpresas.
Dos tipos diferentes en diferentes mesas vieron la escena con la misma reacción, a saber, silencio sorpresivo y enseguida mirada y risita cómplice con el supuesto violador en potencia que acaba de echar droga en el vaso de su acompañante, y relamida de hocico pensando en lo bien que se lo iba a pasar el supuesto agresor en poquito rato. Casi diría que lo admiraban con cierta envidia.
La tercera persona que observa la escena es una chica joven, más o menos como la pretendida víctima de sumisión química, que estaba en la mesa de al lado trabajando en su ordenador. La chica había presenciado la maniobra de la introducción de los polvitos en el vaso y, al ver acercarse a la otra chica a la mesa, se levanta rápidamente y le da un codazo al vaso que contenía el líquido aliñado que cae al suelo y se derrama, todo acompañado de una mirada fulminante al pretendido violador.
Un corto de terror en menos de un minuto que es lo que duran ahora las grandes obras audiovisuales. Pero segura estoy de que el numero de hombres con la misma reacción hubiera sido directamente proporcional al tiempo de más que hubieran alargado el video.

La actitud de los dos sujetos cómplices complacidos de un presunto delito de agresión sexual precedido de una sumisión química no tiene ninguna explicación razonable más allá de la misoginia extendida y acepada y cada vez más enraizada entre los hombres más jóvenes. Porque cabe recordar que ninguno de los 5 protagonistas del video parecía tener más de 30 años y, sobre todo, que los dos que encubren al presunto violador en potencia no saben que se trata de una cámara oculta. Creen y aceptan que están siendo cómplices de una agresión sexual real. Y lo hacían con gusto y alegría.
Lo que nos lleva a afirmar, sin la más mínima duda, que esos dos hombres cazados y grabados por la cámara oculta compadreando con el supuesto agresor, son en realidad dos violadores a la espera de su oportunidad.
Dos tipos normales, sentados en la terraza de un bar cualquiera a media tarde, cada uno por su lado. Ni más guapos ni más feos, ni sobresalientes ni deficientes, dos tipos completamente normales, que sin conocerse coinciden plenamente en su opinión de que es lícito, divertido, y gracioso drogar a una mujer para violarla. No es genético, es el patriarcado.
Hay una consigna propia feministas radicales y de todas las mujeres con los pies en el suelo y los ojos abiertos que establece una máxima que el video que les acabo de narrar acredita totalmente, que es aquella que sentencia que sólo las mujeres salvarán a las mujeres. Y esto levanta enormes enfados y desaires en un montón de señores que se sienten muy ofendidos y que saltan con aquello de “no todos los hombres”.
Cuando podamos tomar algo con un “amigo” sin miedo de levantarnos para ir a mear, me lo cuentan.