
El ocio nocturno es un de los ámbitos dónde más existe la violencia sexual contra las mujeres. Sin embargo, ninguna mujer va a renunciar al ocio nocturno, porque tenemos todo el derecho a vivir la noche igual que el día. Las violaciones grupales a mujeres han aumentado un 300% en el último año, sobre todo entre menores de edad. Pero tampoco vamos a permitir que nuestras hijas dejen de relacionarse con sus compañeros de clase con normalidad, porque tienen todo el derecho a vivir una adolescencia plena y crecer en libertad.
Ante esta situación de clara emergencia hay instituciones como el Ayuntamiento de Barcelona que se esfuerzan en hacer todo lo peor posible. El odio hacia las mujeres del gobierno de la ciudad condal se expresa en cualquier rincón con toda la rabia y fuerza de quién a veces creemos que serían felices con nuestra extinción. Como no pueden extinguirnos, de momento, nos estabulan, nos ponen en riesgo o directamente nos desaparecen del lenguaje.
Lo de la estabulación viene a cuento de la infumable propuesta del señor Batlle, regidor de seguridad ciudadana del ayuntamiento de Barcelona, de crear rutas para que las mujeres vayan por ellas de noche. Caminitos seguros para que las chicas vayan por el redil y así no ser asaltadas, supuestamente. Eso pasa por poner a un señor de derechas a hacer política, aunque sea en un gobierno que se auto identifican como pseudoizquierda.
Las mujeres deben ir juntitas y bien controladitas para que nos les pase nada, por diga la policía y si no, ya sabes a lo que expones, porque ya se les dijo por donde sí y por donde no podían caminar las mujeres. Ya que es el reconocimiento implícito de que la seguridad pública de la ciudad de Barcelona no existe y es incapaz de mantener la paz en sus calles, me pregunto si a las barcelonesas les van a descontar de los impuestos que pagan la parte proporcional al número de calles que no van a poder usar para evitar ser violadas o asesinadas. Sería lo justo. Si se tienen que desplazar en rebaño por cañadas, como las ovejas en trashumancia, todo lo que esté fuera de los carriles, que no se lo cobren.
Y mientras nos cierran las calles, ha vuelto el mayor evento musical del año, el festival de música Primavera Sound. Es un buen lugar para ir eso es innegable, al menos un día. O al menos lo era. La música en directo, la gente feliz, el aire libre, el buen tiempo y la cultura en acordes siempre son un buen plan. Sin embargo, en un lugar donde se convocan más de 80.000 personas, el que más y el que menos, aficionado a drogas y alcohol, y sabiendo que la violencia sexual está completamente desatada contra las mujeres, no es fácil de prever que allí se puedan dar episodios de agresiones o abuso sexual, simplemente por una cuestión de probabilidad. Así de triste es la cosa.
En Pamplona, hace ya varios años al entorno de las fiestas de San Fermín, se crearon los Puntos Lilas, que lejos de ser un estúpido cartel en una farmacia como dice la ministra Irene Montero, son espacios físicos atendidos por mujeres profesionales de la intervención social, que se instalan en los espacios de ocio nocturno masivos y que funcionan como un espacio seguro para las mujeres que sufran algún tipo de agresión sexual o incidente machista durante la noche. Además de eso, son un elemento disuasorio para los que aprovechan la fiesta y la noche para cometer abusos contra las mujeres. En todos los grandes festivales, incluido por supuesto el Primavera Sound, existen estos espacios, que el ayuntamiento obliga a poner y corre con los gastos, muchas veces a cargo de los fondos que reciben del Pacto de Estado contra Violencia de Género”.
Ergo los Puntos Lilas del Primavera Sound son supervisados y aprobados por el ayuntamiento de Barcelona. Este año hay tres espacios que se supone deben cumplir esa función dentro del recinto del festival en el Parc del Forum. Lo jodido del asunto es que nada más llegar, te llaman puta.
Ninguna feminista, incluida yo misma, tenemos el más mínimo problema con las mujeres en prostitución, pero sí con el concepto que ese espacio está vendiendo a las más de 80.000 personas que acuden allí durante esta semana. Me explico.
“Somos las putas” o “Consentir es sexy” son las frases que presiden en lugar y son, ambas, violencia directa machista contra todas las mujeres. La primera es un anuncio del lobby putero que ya sabemos que campa a sus anchas por Barcelona con las mismas prebendas que un señor feudal, incluidos los despachos, y sobre todo, los balcones del consistorio. Lo que no sé es si esa va a ser la línea del Primavera a partir de ahora, etiquetar como putas a todas sus asistentes, y vender la idea de que ser explotada sexualmente es guay, cool y empoderante. Si no lo es, es lo que parece.
La frase más dañina sin duda es “consentir es sexy”. Es decir, que lo que se les está transmitiendo a las mujeres que van al festival es que si quieren ser apetecibles y atractivas para el resto de la gente deben consentir y ser sumisas. No desear, sino transigir. Lo perverso del asunto es que a ese espacio se suponen que tiene que llegar mujeres agredidas sexualmente. ¿Qué les van a decir? ¿Qué las han agredido por no ser suficientemente sexys y no consentir? El chiste se contaría sólo si no fuera porque cada seis horas hay una violación en nuestro país. Pero según esta gente, sólo se viola a las poco sexys que no consienten. Se me está revolviendo el estómago. Lo que tampoco sé es si el señor Gabi Ruiz, promotor de este festival, uno de los más grandes y famosos del mundo, está al tanto de tener un stand donde se promociona la prostitución y la violencia sexual contra las mujeres y si le parece biendar esa imagen de su evento. Pero como ahí está, tenemos que entender que sí. También al Ayuntamiento de Barcelona.
El toque de gracia del stand, que quiere ser súper diverso y súper inclusivo, y que para ellos se caga en las palabras para no tener que utilizar ni el masculino ni el femenino, para lo único que utilizar el articulo y el nombre en femenino es para “las putas”. Para que quede claro que, por mucha diversidad que haya, las putas siempre somos las mujeres. Es difícil concentrar tanta misoginia en un espacio tan pequeño.
En el folleto que te puedes descargar en estos tres estands dejan claro que están ahí en colaboración con el ayuntamiento de Barcelona, muy feminista siempre que, por cierto, está a punto de volver a inaugurar otro festival estos días, el Festival de Cine Erótico en la ciudad, sin duda, otro ejemplo de igualdad y empoderamiento femenino a través de la explotación sexual de las mujeres. Todo muy en la línea de afianzar Barcelona como destino de turismo sexual. A Ada Colau le molestan los cruceros, pero no los puteros.
La primavera ha llegado así a Barcelona y con ella los festivales. Y todas putas.