
Haber hecho como si nada pasara ante el escándalo de la compra de votos por doquier es un insulto a todos los electores y electoras que tenemos que ir a votar.
Los mapaches, además de ser simpáticos animalitos, eran las personas que en México intervenían en las elecciones para robar votos hace algunos años, dicen. El procedimiento era el siguiente. Allí, las urnas con los votos se trasladaban por carretera en furgonetas hasta llegar a las delegaciones oficiales donde se certificaba el recuento. Los “mapaches” interceptaban esas furgonetas en algún punto del trayecto y cambiaban las urnas por otras con los votos convenidos por quien contrataba el “mapacheo” de los comicios. Resultado asegurado.
Lo que no pensaba yo ver tan pronto era un “mapacheo electoral” en la “madre patria”, retransmitido casi en directo por los medios y extendido por prácticamente la totalidad del territorio nacional, salpicando sobre todo a los dos partidos mayoritarios.
La diferencia es que aquí los mapaches se apostan en las oficias de correos en lugar de en carretera recónditas. Pero el concepto es el mismo. Robar las elecciones.
Pero lo que casi no puedo creer es estar escribiendo sobre este asunto y que aún ahora, después de que se van a tener que anular miles de votos por culpa del fraude, perpetrado tanto por la acción de los responsables como por omisión de los potentes aparatos de los partidos, nadie, ni un sólo gerifalte político ni del PP ni del PSOE ha tenido el valor suficiente para dar la cara y responsabilizarse de tan grave asunto, que de nuevo sitúa a España más cerca de ser una república bananera de los setenta que un estado con derechos y seguridad jurídica europeo del siglo XXI.
Son unos patanes y unos cutres. Haber hecho como si nada pasara ante el escándalo de la compra de votos por doquier es un insulto a todos los electores y electoras que tenemos que ir a votar.
Seguir con los acartonados y soporíferos actos de campaña, esos que montan desde las direcciones de los grandes partidos, tan espontáneos que hasta se enciende un pilotito rojo en el “telepronter” del político que está hablando justo en el momento en el que lo conectan en directo con las noticias, para que ponga más énfasis en su discurso prefabricado, que por supuesto, nadie escucha porque tenemos por descontado que es papel mojado, ya saben, donde dije que no podría dormir tranquilo, en 48 horas hago un gobierno de coalición, o normalizo los pactos con la ultraderecha con tal de volver a tocar el pelo del poder, sin que ningún responsable de organización del más alto nivel haya caído frente a este escándalo insoportable es una llamada directa a la abstención masiva.
Y si quieren que les diga algo, pocas cosas pasan si tenemos en cuenta como se eligen algunos candidatos a las alcaldías por parte de los grandes partidos.
Sin embargo, que digo yo que, si la “manu militari” sale a pasear en los comités federales, convenciones políticas o comisiones ejecutivas de los partidos, para quitar o poner candidatos según sean afines o no al líder mesiánico de turno, importando un carajo si la gente del municipio lo apoya o no, igual de responsables deberían ser estos aparatos cuando salen estos especímenes de Mojácar o Melilla. Alguien es responsable y alguien debe responder por ello. Y no sólo el “mapache”. Sino quien manda al mapacheo.
Si el objetivo de la “alta clase política” es que al final nadie vaya a votar, sigan ustedes por ese camino que van que progresan adecuadamente.
Sin embargo, en unas elecciones municipales como las de mañana sería tremendamente injusto meter a todos y todas en el mismo saco. Y eso sólo pasa en las elecciones municipales, que casualmente son las que más veces han cambiado la historia de este país, y si no revisen las del año 31 o las primeras elecciones democráticas tras el franquismo, que también fueron municipales.

Conozco bastantes concejales y concejalas de pueblos y ciudades pequeñas. Siempre les digo que están locos por hacer lo que hacen, la mayoría de veces sin cobrar. La política municipal de pueblo es peor que la vida monacal. “Ora el labora” 24/7, y no te pases ni 30 segundos del tique de la zona azul o no hayas cambiado de novio dos veces en los últimos 15 años, que te harán viral en las redes sociales.
Lo cual debe ser porque lo que yo llamo locura será vocación de servicio público de muchas personas. Eso puede ayudar a mitigar la penosa actuación de nuestros grandes líderes políticos. Todos.
Y para nosotras las mujeres la verdad es que la abstención nunca es una opción justa, aunque sólo sea por respeto a todas las que dejaron su sangre y su vida para que nosotras podamos coger una papeleta, o un voto nulo o en blanco, sin problemas. Imposible hacerles ese feo.
Así que, de nuevo, bienvenidas todas y todos a la “fiesta de la democracia”, donde la ciudadanía paga la juerga y otros se tomas las copas. Este año, “mapachefriendly”.