Opinión

Hermana yo sí te creo, excepto si tu abusador es el ex de Mónica Oltra

Mónica Oltra ayer en un acto organizado por su partido Compromís
photo_camera Mónica Oltra ayer en un acto organizado por su partido Compromís
Que hayan sido personas de la ultraderecha las que hayan presentado la denuncia que finalmente ha iniciado este proceso judicial, no es un ataque a la izquierda, aunque obviamente lo aprovechen. Lo que sí es un ataque a la izquierda es que nadie, desde la izquierda, exija que esta mujer se retire hasta que todo esté aclarado, justo como ella misma pedía para otros.

El espectáculo lamentable de la portavoz de Compromís dando saltitos como si estuviera bajo los efectos de alguna sustancia estupefaciente, justo después de haber sido ratificada su imputación por tercera vez en pocas semanas como presunta encubridora de los abusos sexuales de su ex marido a una menor tutelada, ya condenado por ello, sólo se superan por el esperpento de la Secta de la pseudoizquierda de querer tapar la luna con un dedo, donde la luna es el presunto intento de ocultar los abusos sexuales a una menor por parte de la administración que la debía proteger, y el dedo es que la denuncia la interpuso gente de la ultraderecha, algunos personajes completamente siniestros, vinculados a lo más negro de nuestra sociedad.

Como por ejemplo el portavoz de ANELA, esa asociación de tipos propietarios de burdeles. Es verdad que el hombre que es una figura completamente repugnante, pero no debería serlo para Mónica Oltra, una firme defensora de la prostitución, de la explotación sexual de las mujeres. Lo cuál nos da una referencia bastante precisa del tipo de “política” que es la señora Oltra, y los argumentos tan pedorros que están utilizando sus palmeros para intentar salvar lo insalvable.

La vicepresidenta de la Generalitat valenciana está a favor de todo lo que suponga cualquier tipo de misoginia y vulneración de los derechos humanos de las mujeres y las niñas, siempre que venga envuelto en un falso halo de, vaya usted a saber qué tipo de progresismo entienden esta parentela en su cabecita.

Oltra, abanderada de la prostitución, firme defensora de los vientres de alquiler, obviamente, la más a favor de todo el transactivismo misógino y feminicida, cuyo único objetivo es hacer desaparecer a las mujeres, primero de los papeles, y luego lo que venga.

Ella, Oltra, parece ahora que entre sus virtudes está también la de encubrir y proteger, presuntamente, la pederastia, con el objetivo de proteger igual su culo en la silla. Todo esto según una fiscal, un juez de instrucción y tres magistrados del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana, todos ellos de corte progresista, que han perseguido la corrupción del partido Popular en tierras valencianas desde hace años, por lo que lo del “ataque a la izquierda” no parece tener mucho fundamento como argumento de defensa.

Es patética Oltra, pero igual de patético es el comportamiento de las personas que ayer aplaudían a la imputada, en una performance de “el rey está desnudo”, encabezada por el Joan Ribó alcalde de Valencia, el diputado Joan Baldoví, al que no recuerdo haber escuchado condenar la violencia machista pero que saca su mejor retórica en el congreso de los diputados para mostrarse absolutamente beligerante contra la abolición de la prostitución. Otro de la parentela.   

Que hayan sido personas de la ultraderecha las que hayan presentado la denuncia que finalmente ha iniciado este proceso judicial, no es un ataque a la izquierda, aunque obviamente lo aprovechen. Lo que sí es un ataque a la izquierda es que nadie, desde la izquierda, exija que esta mujer se retire hasta que todo esté aclarado, justo como ella misma pedía para otros. Pero eran otros tiempos donde ella no pisaba tanta moqueta.

Lo que también otro ataque a la izquierda es lo que venimos sufriendo hace ya casi una década, el desmantelamiento desde dentro por personajes como Oltra, Colau, Errejón, Albiach y todos esos que se dicen de izquierda pero que sólo tienen en la cabeza el “yo” y el neoliberalismo más salvaje, donde todo se compra y se vende, especialmente las mujeres.

Y todos estos elementos se pretenden juntar ahora bajo la falda de Yolanda Díaz, en un proyecto ultra personalísimo, mucho más parecido al de Macron que a cualquier cosa que se quiera parecer, aunque sea de lejos, a algo que tenga que ver con izquierda. Los que destrozaron la izquierda ahora están juntitos, juntitas y juntites a ver si de alguna manera pueden seguir chupando del frasco carrasco, aunque sea con Oltra y Colau como principales abanderas.

Porque alguien tiene que pagar las campañas de Yolanda y sus amiguis, claro, y aquí la alcaldesa de Barcelona es la que maneja el power económico absoluto. Según los propios datos publicados por los “Comuns”, en los quince días de campaña de las municipales de 2019, la formación de Colau recibió 495.000 euros de “donaciones privadas”. Colau, también de imputaciones hasta las cejas y como si no fuera con ella.

Tan privadas tan privadas que es imposible saber de dónde viene el dinero. Lo que sí sabemos es que recibió 4 veces más euros que votos. Nadie tiene pruebas, de momento, pero tampoco nadie en Barcelona tiene dudas de donde viene la abundantísima financiación de Colau. Así que, aviso para navegantes que se estén planteando entrar en algo con Yolanda Díaz: es muy probable que cada cartel que se pegue, cada chapa que se regale o cada mitin espectacular que se monte, esté pagado con dinero de “donantes voluntarias del Raval”.

Nadie con un gramo de cordura puede estar ahí ni tampoco pensando en mantener el poder pactando con las chicas del Trío Calavera (Yolanda, Ada y Mónica) y sus acólitos. Sin embargo, el silencio, o peor, los artículos y las mamarrachas en las redes sociales incluso criminalizando a una niña de 14 años a la que se llevó esposada a declarar, siendo ella la víctima, para intentar salvar de alguna manera a Oltra y que siga en la terna política para ser utilizada por quien convenga, nos acaban de aniquilar la débil esperanza de que alguien pare, desde la política y no desde el chantaje barato, lo que está por venir.

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