
En el momento de escribir estas líneas se han cometido en España ocho feminicidios en este mes de mayo de 2021, más el asesinato de un menor de siete años. Uno cada cuatro días, sin contar el asesinato del niño.
Las autoridades hablan de “víctimas de violencia de género”, y por eso sólo cuentan a siete de esas ocho asesinadas. Como ya expliqué alguna vez, hace falta que te asesine tu pareja o expareja oficial para que el sistema te reconozca como víctima. Si no, te conviertes en una malmuerta, incómoda para las estadísticas (a la mujer asesinada el viernes en Sevilla la mató su sobrino).
Esa es una de las cosas que están muy mal en la estrategia (si es que existe) de lucha contra la violencia machista en nuestra sociedad. No llamarla por su nombre.
Que nos colaran el concepto “género” en sustitución de sexo en todos los ámbitos, fue uno de los peores errores que hemos cometido en la lucha feminista, pero tenemos que empezar a arreglarlo ya. Y empezando por lo más urgente, que son nuestras asesinadas.
Lo que no se dice no existe y estos asesinatos, y los miles y miles de asesinatos de mujeres que se cometen en todo el mundo a todas horas son asesinatos machistas, crímenes de odio contra las mujeres. No hay otra razón por las que esas ocho mujeres están muertas que la de haber nacido mujer.
Nadie tiene dudas cuando se comete un asesinato racista que el color de la piel ha sido la única y suficiente razón para el asesino para matar a esa persona. Pasa lo mismo con las mujeres. Por eso no podemos permitir la terminología que borra la principal palabra que define los asesinatos, que es el machismo que subyace en ellos, y por eso, debemos exigir un cambio ya, empezando por la propia “Ley Orgánica 1/2004 de medidas de protección integral contra la violencia de género”. Y empezando por ahí, para seguir cambiando todo lo que no ha funcionado bien, o simplemente, jamás ha empezado a funcionar en esa ley.
Es una cuestión inmediata de vida o muerte para todas las mujeres y su familia reformar esa ley y convertirla en una auténtica herramienta de lucha contra la violencia machista, cuya máxima expresión son los feminicidios.
Es importantísimo que se adopte jurídicamente el término “feminicidio” y que se incluya dentro del Código Penal como una categoría singular dentro de los delitos de odio.
El feminicidio es aquel asesinato de una mujer, cometido por un hombre, por el odio misógino que el asesino siente hacia las mujeres. Tiene tres elementos imprescindibles: la víctima es siempre una mujer. El victimario, es siempre un hombre. Y el móvil del asesinato es el único hecho de que la víctima es una mujer. Ninguno más.
Este tipo de asesinato tiene entidad suficiente como para ser elevado a categoría específica y singular como uno más dentro del Código Penal. Si fuera así, se podría exigir el tratamiento desde la perspectiva de la violencia machista, tanto durante la investigación como en el proceso judicial.
Para que se hagan una idea, ahora mismo lo único que tenemos es una agravante de homicidio, que no da lugar a ningún tipo de acción específica a la hora del tratamiento de estos asesinatos.
Es necesario adoptar el tipo penal del Feminicidio en nuestro ordenamiento jurídico, para ver si viéndolo en la ley más seria de todas, alguien se lo empieza a tomar en serio. Ésta debe ser una de las peticiones más urgentes de las mujeres, pues cada día perdemos a más de las nuestras. Nos va la vida en ello. Todo lo demás puede esperar. Aunque a veces ni lo parezca. Por más asesinatos que se cometen, no he visto a nadie ni dentro ni fuera del gobierno referirse, ni siquiera, a este asunto. Y miren que hay gente todo el día hablando de “feminismo” e “igualdá”.
Hay que tener el concepto “Feminicidio” en las leyes, pero también hay que tenerlo integrado en nuestro vocabulario diario. Desterremos el término “violencia de género”, que ni siquiera se corresponde con la realidad, e interioricemos y sólo usemos el de violencia machista o sexista. Y cuando se produzca desgraciadamente el asesinato diario, hablemos sólo de feminicidios.
Sólo así no habrá manera de confundirlo con otros términos como “violencia intrafamiliar”, o con aquellos discursos malvados de “nosotros condenamos toda la violencia”, para en realidad no condenar ninguna.
Son feminicidios. Todos los asesinatos de mujeres a manos de hombres son feminicidios y así deben ser investigados y juzgados. Sólo de esa manera empezará la sociedad a tomarse en serio esta sangría, que no toleraría si en lugar de mujeres se estuviera asesinado a otras personas. Sinceramente, saben todos ustedes que si en el mes de mayo, en lugar de a ocho mujeres hubieran asesinado a ocho negros o a ocho hombres gays en España, estaríamos en emergencia nacional. Lo de los feminicidios ya se tiene más que asumido.
Así lo demuestran actuaciones como la del Ayuntamiento de Corbera de Llobregat (Barcelona), pequeño municipio de 15.000 habitantes en el que ha habido dos feminicidios en un año, el último la semana pasada. El Ayuntamiento responde multando con 100.000 euros a un grupo de mujeres por supuestamente escribir en una valla de hormigón “Vivas nos queremos”. 100.000 euros.
Si ese consistorio hubiera puesto el mismo empeño en apoyar a las ciudadanas asesinadas de su pueblo que en multar a las mujeres que protestan por los asesinatos, quizá hoy estarían vivas. Un ayuntamiento gobernado por la Esquerra Republicana y la CUP. Ambos partidos mamarrachean hablando en femenino siempre, y declarándose los más feministas. Para luego acabar multando a las feministas por una pintada. Eso para la CUP no debe entrar en su personalísimo concepto de “repressió”.
Para mí, esto es, claramente, violencia machista institucional.
En el momento de escribir estas líneas, hace ya más de un mes que un mal padre secuestró he hizo desaparecer a sus hijas pequeñas en Canarias, sólo para provocar a la madre de esas niñas el mayor dolor posible. Violencia machista. Violencia Feminicida.