
Me sorprende todavía que haya mujeres en España que le tengan un mínimo de confianza Carmen Calvo, que ha desechado una y otra vez las peticiones y exigencias de las feministas sólo para mantener a sus jefes tranquilos en el poder.
Todo el mundo que ha escuchado o leído algo sobre prostitución y sobre cómo funcionan las redes de trata de personas y los burdeles, sabe que, en muchas ocasiones, mujeres que fueron captadas para ser prostituidas, tras unos años, acaban siendo parte de la misma red, ya no como oferta para los puteros, sino como gobernantas de las nuevas mujeres que llegan a ser esclavizadas en los puticlubs.
Son las “madame” de antes, también llamadas ahora las “mamis” por el cada vez más numeroso colectivo de mujeres latinas que son usadas como esclavas sexuales en los burdeles de todo el mundo.
Su función es la de ganarse la confianza de las chicas prostituidas van a confiar más y mejor, como si esa mujer puesta ahí por los proxenetas, por el hecho de ser mujer va a tratar mejor a las prostituidas que cualquier hombre. Como si las fuera a cuidar por una supuesta existencia de una pretendida empatía mujeril de quién ha sufrido lo mismo que ahora sufren las víctimas de carne fresca.
En realidad, el trabajo encargado de las “madame” es mantener el patio tranquilo y controlado para sus jefes, y así ellos, los proxenetas, puedan seguir explotando a las mujeres prostituidas con la mayor tranquilidad del mundo, y llenando sus bolsillos con un dinero, del cual comparten las migajas con esa madame, que ahora sobrevive como cómplice de sus propios explotadores, creyendo que así su supervivencia será menos dura.
Si, metafóricamente (por supuesto), trasladamos ese escenario a la política, hay una figura que sin duda encaja en ese papel. La ex vicepresidenta del gobierno y ex ministra de igualdad Carmen Calvo lleva desde que puso un pie en el gobierno de la nación, por allá en 2018, intentando cumplir con ese cometido encargado de “controlar” a las mujeres del movimiento feminista para que no molesten demasiado al gobierno mientras éstos, ley tras ley, omisión tras omisión, se dedican a pisotear todos y cada unos de los pocos derechos conquistado con mucha sangre (siempre de nuestro lado) y mucho esfuerzo, por las mujeres de este país, entre las que por cierto, jamás la vi antes de vivir de la política.
Me sorprende todavía que haya mujeres en España que le tengan un mínimo de confianza a esta señora, que ha traicionado una y otra vez (al menos lo ha intentado) las peticiones y exigencias de las mujeres sólo para mantener a sus jefes tranquilos en el poder y a ella con el culo calentito en alguno de los sillones que ha ido ocupando y que pagamos todas.
A saber, aquí un pequeño repaso sobre sus grandes gestos de apoyo al feminismo, que nadie me ha contado y que he vivido yo misma.
Empezando por allá por 2018, cuando su compañera del gabinete de ministros, Magdalena Valerio, legalizó el sindicato de la prostitución OTRAS, con el supuesto gol por la escuadra más mítico que “la mano de Dios” de Maradona (hablando de prostitución). En aquel momento desde su ministerio y vicepresidencia del gobierno se mintió reiteradamente sobre que sólo los tribunales podían dirimir aquel desastre, que ya no sabemos si intencionado o no. La cantidad de falsedades que tuve que leer en la prensa y otros foros que salieron por la boca de esta mujer aún las tengo guardadas, no vaya a ser.
Pero lo cierto es que mientras esas declaraciones eran recogidas por toda la prensa obediente, el gobierno del que ella era vicepresidenta y ministra de igualdad en solitario envió a la audiencia nacional al abogado del estado a sentarse a defender la “legalidad” del sindicato OTRAS contra nosotras, hasta en dos ocasiones, noviembre de 2018 y octubre de 2021. Ahí está la hemeroteca.
Hoy el sindicato es legal y Magdalena Valerio preside el consejo de Estado, donde la ex ministra Calvo también ocupa un sillón.
En todo el tiempo que fue vicepresidenta del gobierno, cabe recordar que jamás impulso ninguna acción, ninguna, contra la industria de los vientres de alquiler en España, aunque en cada discurso se llenara la boca de falso abolicionismo, para que las “chicas” creyeran que es que ella no podía hacer más, porque el ministerio de Igualdad había sido entregado a la ínclita Irene Montero. Otra mentira enorme, puesto que todo lo que tiene que ver con los vientres de alquiler y la explotación reproductiva en España se “maneja” desde el ministerio de justicia, que siempre estuvo y está en manos del PSOE.
Ahora también nos viene la señora, no olvidemos que es presidenta de la comisión de igualdad del Congreso de los Diputados, con una ley “contra el proxenetismo”. La falta de vergüenza y pudor de esta gentuza ya no tiene límites. El proxenetismo en este país, de momento, es un delito, y es obligación de toda la Administración perseguirlo, igual que se persigue el narcotráfico y el fraude fiscal. Sin embargo, ese bodrio legal infumable de tres páginas, lo que si hace es distinguir entre “prostitución mala” y “prostitución buena”, como si hubiera algún tipo de explotación sexual admisible. Pero ahí está Calvo vendiéndolo como un logro y algunas de las mujeres aún y hasta lo celebran. A lo mejor es el “logro” que le habían encargado.
Por todo esto no me explico cómo es posible que todavía haya mujeres que se dicen feministas en nuestro país que se extrañen y ahora se “decepcionen” o incluso se sorprendan de la última puñalada trapera de Carmen Calvo en la Comisión de Igualdad votando en contra de la comparecencia de expertas y expertos en la tramitación de la nueva “Ley Menguele”, más conocida como Ley Trans.
Sugiero algún tipo de complejo vitamínico para la memoria para todas aquellas que no recuerden el canto del cisne de la señora Calvo en una entrevista en televisión española el día antes de ser cesada del gobierno, gritando casi a modo de súplica aquello de “las mujeres trans son mujeres”, como último llamado de intento de salvación.
Ni así la rescataron y fue fulminada en pro de la tranquilidad gubernamental de la coalición de gobierno. No porque fuera a hacer algo por las mujeres, sino porque así se le había puesto en su “orgullo” a los podemitas y el señor Sánchez no está dispuesto a que nada le incomode, ni mínimamente. Y menos con “cosas de mujeres”. Ya no le garantiza el servicio que le habían encargado de mantener “tranquilo” al feminismo, que no está dispuesto a tragarse ese sapo.
Porque eso es lo que pasa también con las madames, que cuando ya no les sirven a sus jefes son desechadas por los explotadores igual que las mujeres prostituidas. Las madames también son víctimas del microcosmos de las redes de explotación sexual, aunque algunas crean que su posición temporal e irreal de privilegio las va a salvar de la violencia final que las aniquila.
Igual pasa en la vida con el patriarcado, que no admite mujeres poderosas, sólo mujeres a su servicio mientras le sirvan, por mucho que la “sirvienta” temporal crea estúpidamente que la obediencia la va a salvar del mismo final que a las demás. Un sueldo temporal, un espacio público temporal, un engaño temporal, pero una desidia eterna.
Si al menos dejaran de intentar tomarnos el pelo…