Opinión

Las tontas del pueblo

Tengo que reconocer que mi capacidad de aguante con las mujeres de Podemos que manejan el Ministerio de Igualdad, y todas las que las siguen como borregas, ya sea por ignorancia o por mantener su puesto de trabajo, es ya nula. Montero, Gimeno, Rosell, Vera, y esta semana, la señora Boti García se esfuerzan en generar, una mezcla de rechazo, enfado y asco, que atenta contra la salud de todas. Y también contra nuestra dignidad.

La señora Boti García, una mujer a la que no se le conoce que haya pegado ni golpe desde los años 90, cuando consiguió su placita de profesora en la Universidad Complutense de Madrid, lleva décadas viviendo a costa de subvenciones públicas que mantienen a diferentes entidades en las que ella ha ocupado innumerables cargos, primero en COGAM (Colectivo de Lesbianas, Gais, transexuales y bisexuales de Madrid) y luego en la FELGTB (Federación Estatal de lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales), que presidió entre 2012 y 2015. Más o menos como Santiago Abascal antes de dejar los chiringuitos del PP.

Esta organización, la FELGTB, nos ha dado a los mayores defensores de los vientres de alquiler en España, y a alguno de sus máximos posibilitadores, como en su momento fue Pedro Zerolo. Pero de él ya hablaremos otro día.

El caso es, que la señora Boti García, ocupa ahora la Dirección General de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI, en el Ministerio de Igualdad de el “gobierno más feminista de la democracia en España”, que la ministra señora de Iglesias y su chupipandi, han convertido en un auténtico engendro, que hace de todo menos defender los derechos de las mujeres.

boti garcia

Desde esa dirección general, un puesto asignado a dedo y que debe tener no pocos emolumentos que pagamos todas y todos, la señora Boti se ha permitido esta semana, el lujo de insultar a un grupo de mujeres llamándolas “tontas del pueblo”. El motivo de su indignación contra ellas fue, que esas mujeres cambiaron la palabra “género” por “sexo”, en el famoso “muro feminista de Madrid”, chafándole así a las gerifaltes podemitas, el liderazgo en la unidad de acción de la única causa que las ha movido a despegar el culo de sus sillones oficiales desde que entraron en el gobierno. Defender una pared.

Porque defender mujeres pintadas es mucho menos comprometido que defender mujeres de carne y hueso. Tanto es así, que hasta Ciudadanos ha consentido defender el famoso muro de Ciudad Lineal. Al fin y al cabo, esas 15 mujeres pintadas en una pared les permiten seguir siendo igual de misóginos que sus socios de gobierno en el Ayuntamiento de Madrid y en la Comunidad. Como no hablan…

Sin embargo, el insulto público de la Sra. Boti sí ha ido contra mujeres de verdad. Las ha llamado tontas por exigir algo más que el “Quedabieneo” al que nos tiene ya acostumbradas muchas mujeres de todos los partidos políticos de nuestro país. Y como muestra, un botón: para Boti y sus colegas, puedes defender una pintura con el retrato de una mujer, pero si en la pintura quieres escribir algo que reivindique precisamente a las mujeres, entonces es que eres tonta. Una tonta del pueblo.

Obsérvese el odio en el insulto, no sólo a las mujeres, sino a las mujeres discriminadas históricamente en los pueblos por mil razones, que poco tenían que ver con la listeza. Se llamaba tontas del pueblo, por ejemplo, a las mujeres que tenían alguna discapacidad, lo cual le suponía una vida de encierro y de vejación, dentro y fuera de casa la mayoría de las veces. A la misoginia de su comentario, se le suma, de manera más que obvia, un rezumante clasismo, del que cada vez hacen más gala públicamente las y los dirigentes de Podemos. Como la ministra señora de Iglesias, sosteniendo esta semana que en los barrios obreros la gente era más homófoba que en los barrios bien. Ella siempre tan cuqui.

Pero la señora Boti, debería saber que esas mujeres a las que ella llama tontas del pueblo, en realidad son mujeres vulnerables a quienes teóricamente, el ministerio de donde vive acomodadamente, debería proteger.

Tampoco es de ser tontas querer dejar plasmado en un muro homenaje a mujeres, que aquellos derechos por los que tuvieron que pelear, eran cercenados precisamente porque eran mujeres. Que lo tuvieron más difícil porque eran mujeres. Literalmente, como escribieron esas chicas en el muro, que “las capacidades de las personas no dependen de su SEXO”, pero que sin embargo son discriminadas por nacer con uno u otro sexo.

Se enfada porque reivindicar esa realidad material va contra su rollito infumable de que en realidad ser mujer es ponerse tacones o pintarse las uñas. Todo es sentido para la señora Boti. Todo es fluido. Debe ser por eso por lo que le explicó, entre risas y chascarrillo, al líder amado Pablo Iglesias, en una entrevista que éste le hizo en televisión que, mientras era profesora en la Universidad, tenía sus “cosillas” con alumnas de 15, 16 y 17 años. A lo mejor, la señora Boti es de las que defienden que también la edad es un sentimiento que puede fluir.

Reconozcan todas que, si ese comentario lo hubiera hecho un hombre, sería un escándalo. Lo es para muchas de nosotras, pero no lo suficiente como para que la Sra. Boti se despeine ni si quiera desde su sillón en el ministerio. Desde luego, la que no es tonta es ella.

Lo que no entendí de este espectáculo del muro fue ver allí, del bracito de las “feministas” de Podemos (el feminismo ahora es de Podemos, lo ha dicho Juan Carlos Monedero), a algunas destacadísimas dirigentes del PSOE de Madrid. Las mismas que callan ante los atropellos que se cometen desde el Ministerio de Igualdad en pro de la estabilidad en Moncloa.

Lo dicho, es más fácil defender los derechos de las mujeres cuando ellas están pintadas que cuando son las mujeres las que escriben pintadas.

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