
En menos de 24 horas, dos hombres han intentado matar masivamente en nuestro país. O al menos, eso parecía en un inicio.
El miércoles, un chaval en Bilbao se lio a tiros contra la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco, de la que él mismo es alumno. La escopeta la había comprado poco antes en milanuncios.com. Aunque muy cutre, el chico era bastante cumplido ya que antes de perpetrar el intento de la versión euskera de la matanza de Columbine, se fue a legalizar el arma al cuartelillo de debajo de casa. Luego se dirigió a un campo de tiro cercano para practicar y después ya, una vez había practicado lo suficiente, fue a su facultad para poner a prueba su puntería. La licencia de armas, que también tenía, se la había sacado este verano, tras pasar un reconocimiento médico y un test psicológico. Todo en orden.
Ya detenido, delante de la policía el muchacho dijo que él no quería matar a nadie, que en realidad estaba enfadado con la Universidad. Le imputan, de momento, un delito de daños materiales y amenazas. Pero, a saber. Las clases universitarias han empezado hace escasas tres semanas. No sabemos qué es lo que ha cabreado tanto a este crío en tan poco tiempo como para entrar a las aulas en plan matador. Además, si lo que quería era demoler la institución, bien podría haber intentado pegarle fuego de madrugada, cuando no había nadie, en lugar de asaltarla escopeta en mano en hora punta.
Prácticas de tiro previas
No es por dar ideas, pero no me creo mucho la versión del chaval. Un tipo que antes de llevar a cabo un intento de masacre, cutre sí, pero un intento, se va a practicar tiro, no me parece un hombre precisamente improvisador. Por suerte, no hubo ni muertos ni heridos.
Yo digo que es obvio que no le gira muy bien la piedra y eso le causa un odio insuperable, capaz de querer llevarse por delante a cualquiera. El odio como camino a la locura, o a la maldad extrema.
Matar al grito de “Allahu Akbar”
El segundo loquito del día fue un hombre de 44 años que, parece que bajo los efectos de un brote psicótico, se lanzó punzón en mano contra una pareja de policías locales en Esplugues de Llobregat. Pero no lo hizo así, sin más. Quiso matar a los policías al grito de “Allahu Akbar” (Alá es grande) y si a esto le añadimos el detalle de que el hombre era de origen magrebí, y que el día anterior habían desarticulado en Barcelona una célula yihadista lista para matar, la cosa se pone un poco más tensa.
Uno de los policías resultó malherido, pero como éste tampoco mató a nadie, el juez ha decidido encerrarlo en un psiquiátrico, de momento. No tenemos conocimiento de que este hombre estuviera diagnosticado de enfermedad mental alguna previamente al incidente.
Un hombre entró armado en un súper y mató a cinco personas
Casi simultáneamente, en Noruega, un hombre de 37 años entró armado con un arco y unas flechas en un súper y mató a cinco personas e hirió a otras dos. Demos gracias que el chaval de Bilbao no tenía la misma puntería. El noruego era hijo de madre danesa y padre noruego. Su familia había conseguido una orden de alejamiento contra él hacía meses, después de que los amenazara. Cuentan fuentes policiales (que ya lo tenían en el radar) que se convirtió al islam y que se radicalizó en internet. Después de ser detenido, el juez ha ordenado que se le haga una evaluación psiquiátrica para luego decidir que hacen con él.
Tengo que confesar que en cuanto escuché lo del arco y las flechas inmediatamente me vino a la cabeza una película que vi por estas fechas hace dos años en el Festival de Sitges, “3 from Hell”, que forma parte de una trilogía de culto del cine de terror llamada “La Casa de los 1000 cuerpos”, protagonizada por una familia de tres hermanos psicópatas, asesinos de todo lo que se menea.
En esta peli que les comento, la hermanita, llamada Baby Flyfire y con un historial de locura sádica indiscutible, se carga a una banda de matones narcotraficantes mexicanos ella sola con, efectivamente, un arco y unas flechas. Les recomiendo encarecidamente ver esa escena porque es de una elegancia absoluta, dentro de lo que se puede considerar elegante en el cine de terror “sangriento”.
El “nublamiento mental” que desemboca en la necesidad imperiosa de hacer el mal.
Los tres hombres reales y el personaje de ficción comparten un camino común, el del “nublamiento mental” que desemboca en la necesidad imperiosa de hacer el mal.
En esta época no menos terrorífica que la ficción que nos ha tocado vivir, es un hecho más que advertido que la salud mental de una gran parte de la población está en jaque. Y no nos referimos a la gente que vive en bolsas de pobreza o en situaciones de absoluta marginalidad. Estamos hablando de individuos completamente funcionales dentro de esta sociedad para la que simplemente, no existen.
Fíjense. En los motines de las cárceles ecuatorianas de hace unas semanas se asesinaron a decenas de personas de las maneras más crueles que se puedan imaginar, esto es, decapitados, desmembrados o degollados. Pero todo fue producto del enfrentamiento entre bandas criminales por el control de las cárceles y del mercado de la droga que en ellas existe. Es decir, mataron por un motivo, si se me permite, objetivo. Como en una guerra.
No lo estoy justificando, ni mucho menos, simplemente quiero resaltar que, aunque las matanzas en los motines de las cárceles latinoamericanas parezcan una situación mucho más atroz que la del señor de Esplugues o la del chico de la universidad, la motivación de estos dos hombres es mucho más preocupante ya que es del todo incontrolable. No se puede sistematizar.
La mente humana es capaz de lo más maravilloso, pero también de lo más oscuro. Si no somos capaces de acometer seriamente que, en los tiempos que corren, el equilibrio de muchísimas cabezas pende de un hilo, los próximos ataques tendrán sin duda consecuencias mucho más serias. Y puede que lleguemos demasiado tarde a querer revertir los fatales efectos de los masivos recortes que se han hecho en los últimos años en la sanidad pública que inciden, directamente, en el precario cuidado de la salud, no sólo física, sino también mental de todas y todos.
Cualquier cosa puede hacer saltar ese click que hace pasar a una persona de ciudadano a depredador, como en el caso de Noruega. Estoy casi convencida de que el asesino del arco y las flechas también vio 3 from Hell.