Opinión

Manipulación, censura y miseria democrática

Arriba manifestación de pensionistas en -madrid el 15 de octubre 2022, abajo manifestación de mujres en Barcelona el 22 de octubre 2022 y protesta por las colas del hambre en Madrid
photo_camera Arriba manifestación de pensionistas en -madrid el 15 de octubre 2022, abajo manifestación de mujres en Barcelona el 22 de octubre 2022 y protesta por las colas del hambre en Madrid
Ni Franco y sus censores hubieran nunca llegado ni si quiera a soñar con un cuarto poder tan entregado a la mentira y a la actividad del “lameculismo” como estamos presenciando en los últimos meses.

La verdad es que nunca pensé que asistiría al secuestro, prostitución y asesinato tan rápido de la libertad en general y de la libertad de pensamiento y de prensa en particular en este país. Pero el vergonzoso papel que están jugando los medios de comunicación al uso en los últimos tiempos es casi de no creérselo.

Asisto y asistimos a una total y completa falta a la vedad continua en todos y cada uno de los canales de información de las grandes cadenas de televisión y radio y de las cabeceras de solera de los periódicos todos los días, con descaro, premeditación y alevosía.

De tal manera que yo imagino, ya que tuve la fortuna de no vivir en esa época, que ni Franco y sus censores hubieran nunca llegado, ni si quiera, a soñar con un cuarto poder tan entregado a la mentira y a la actividad del “lameculismo” como estamos presenciando en los últimos meses.

¿Por qué miente un periodista? O quizá la pregunta sea ¿por qué se obliga a mentir a un periodista cuya esencia de su existencia es contar todo aquello que ve y que está pasando a su alrededor para hacer de ojos y oídos del resto del mundo que no está presente?

El periodismo era considerado una actividad respetable, o al menos eso creía yo. Había personas dedicadas a la información y a la investigación, con un compromiso con la verdad y con la libertad, a la que sólo llegaremos como sociedad a través del conocimiento de los hechos. Esas personas ya casi no existen. Al menos no aquí, mientras que en otros lugares, las y los periodistas siguen siendo asesinados o encarcelados por cumplir con su cometido casi sagrado.

Ahora sólo tenemos (salvando algunas honrosas excepciones), voceros de la mentira y palmeros del poder. Manipuladores de los acontecimientos que sólo consiguen generar desconfianza en la sociedad y abrir en ellas unas heridas por las que se cuelan males tales como le machismo, el racismo, el miedo y el odio. Censores de la realidad que nos rodea con el único objetivo de encorsetar el pensamiento colectivo en ridículas falsedades que sólo a los intereses de quienes les pagan las facturas a final de mes les benefician.

Generadores de miseria democrática que dejan a los pueblos y las gentes a los pies de las nuevas plagas que son el neoliberalismo salvaje, el populismo odiador y el fascismo retornado que, por cierto, ya ocupa el máximo poder nada menos que en Italia.

En este circo de los blanqueadores de mierda ajena, vemos como siempre los mismos, se juntan y se disgustan en cada momento en función de lo que más interese al dueño de la cartera caliente. Hoy se pueden odiar más que ayer, pero quererse menos que mañana si es necesario, en esta nueva alianza del periodismo sicario, que dentro de un tiempo llegará a estudiarse en algunos lugares como el acicate perfecto de la destrucción total de una sociedad, para convertirla en jauría.

Y los que pagan a estos camorreros de la información les facilitan la tarea con leyes mordaza disfrazadas de posmodermismo”, que en realidad es más “posmolerdismo, pero que seguro les genera negocio.

¿De qué sirve la prensa que sólo inventa y nunca informa? ¿Cómo puede alguien que tiene la responsabilidad de informar sentarse a escribir o publicar falsedades que son como pústulas para cualquier sociedad que aspire a acercarse un poco a la libertad y al pensamiento crítico?

Creen que no lo vemos, pero sí lo vemos. Vemos y oímos a los miles de pensionistas que la semana pasada llenaron el centro de Madrid y que fueron tratados como poco más que una anécdota por los medios. Vemos y oímos a los miles de mujeres que gritaron y marcharon este fin de semana en las calles de Barcelona a las que directamente se borraron de las televisiones públicas porque precisamente protestaban contra las políticas públicas y leyes misóginas que está imponiendo “el gobierno más progresista” de la historia. Vemos y estamos en las colas del hambre que cada vez son más largas, aunque los jefecillos de la propaganda institucional hagan anuncios aspiracionales new age sobre la limosna que dan en forma de Ingreso Mínimo Vital. Y así con todo.

Los periodistas de hoy dejan en bragas a los censores más duros de cualquier época pretérita, pero con la diferencia de que los periodistas de hoy, a diferencia de sus antecesores de aquellos mismos tiempos, se auto silencian u obligan a silenciar a los que tienen en nómina, a conveniencia felizmente con tal de seguir chupando de la teta de este grupúsculo que nos ocupa hoy el poder, para alargar entre todos unos meses más de fase de “coge el dinero y corre” a la que estamos asistiendo.

Por no hablar de algunos son prácticamente analfabetos orgullosos y lo demuestran cada vez que hablan. Pero, eso ya para otro día.

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