
Nadie se toma en serio la violencia machista y nadie cree ya que sea posible acabar con ella. Si no, no se inventarían este tipo de payasadas.
El otro día escuchando las noticias conocí a Ángela. La verdad es que alguien ya me había hablado alguna vez de ella, pero su existencia me pareció tan irrelevante que ni le presté atención. Pero ahí estaba Ángela, en el telediario de mediodía.
La noticia era que un puñado, pequeño, de hoteles de Barcelona, se habían adherido al programa “Ángela”. ¿Quién es ella? Pues Ángela es una señora que no existe, por la que se supone que las mujeres que están en peligro van a entrar a preguntar a las recepciones de los hoteles para que les ayuden.
Es decir, que alguien ha pensado que es súper buena idea, que una mujer en situación de necesidad urgente de ayuda entre en un establecimiento hotelero y, en lugar de pedir ayuda urgente por favor, tenga que soltarle al recepcionista de turno una metáfora, que se supone que el trabajador tiene que captar, pillar y entender para aplicar un protocolo que consiste, básicamente, en llamar a la policía. Y todo ello en 30 segundos.
En serio ¿quién inventa estas chorradas?, y ¿por qué todas estas ocurrencias acaban tratando a la mujer como si fuera idiota o tuviera doce años eternamente? ¿Por qué los fritos cerebros que tienen estas penosas ideas tienen la firme convicción de que las mujeres no podemos expresar claramente lo que queremos decir, sobre todo en una situación de peligro?
Alguien estará pensando ahora que esa estupidez está pensada por si vas con el agresor, pero ¿es que, si vas con el agresor, el desgraciado no se va a escamar de que, de repente, entres en un hotel a preguntar por una tal Ángela?
Creo recordar que el porcentaje de hoteles de Barcelona que conocían y aplicaban este maravilloso plan de rescate era del 4%, así que, poniéndonos en situación, lo más probable es que una mujer en apuros en la ciudad de Barcelona, que decidiera o pueda entrar en un hotel pedir ayuda, lo haga en uno de los que están en el 96% de los que no tienen ni remota idea de quien es Ángela, y probablemente, crean que la mujer que en el mostrador sea una pirada y la quieran echar de allí a patadas.
Y peor aún si va con el agresor. Por que quizá sí es cierto que esa sea la única oportunidad que tenga es mujer de salvar su vida en un momento dado. Pero hay que jugar.
Pero aún es peor. Lo de preguntar por la tal Ángela forma parte del protocolo internacional Nighlife sobre prevención de agresiones sexuales en el sector del ocio nocturno, que en Catalunya se aplica en coordinación entre los gremios de hoteleros y ocio nocturno y los Mossos d’Esquadra.
Quiero sobreentender que, si no eres víctima de agresión sexual, pero sí de agresión física, igual también puedes preguntar también por Ángela, y que no tienen otro nombre en clave, rollo Misión Imposible, para cada uno de los tipos de agresiones que sufrimos las mujeres a diario, y no tienes que andar adivinando cuál es la mujer inexistente por la que hay que preguntar. O igual no.

Lo que estoy intentando expresar es que, para las autoridades y los dueños de los locales, la posibilidad de que una mujer se libre de ser víctima de violencia machista, en cualquiera de sus expresiones, depende de un jueguecito de palabras, que además no deja de tener una connotación rancio católica con el paralelismo entre el nombre de Ángela y el presunto ángel de la guarda que siempre te cuida. Que no somos tan tontas.
Todo esto me cabrea al extremo porque denota, sobre todas las cosas, que nadie se toma en serio la violencia machista, y que nadie cree ya que sea posible acabar con ella. Si no, no se inventarían este tipo de payasadas y podrían llegar a la conclusión de que, si sólo tienes 30 segundos para comunicarte con alguien y hacerle saber que estás en peligro, igual lo más efectivo es utilizarlos en decir “Ayúdame, estoy en peligro”.
Sin embargo, puedo visalizar a él o la modernilla de turno, de esos que habaln de "feminismos" en plural, super orgulloses de haber inventado esta gansada.
A lo mejor lo que pasa es que hemos pedido tantas veces ayuda y nadie nos ha ayudado, que eso ya ni lo escuchan. Necesitan un jueguecito para hacernos caso. Pues ya va siendo hora de que dejen jugar con la vida de las mujeres.