Opinión

Pederastas al descubierto

Es casi costumbre que cada vez que algún hacker decide filtrar información comprometida, entre lo destapado, siempre el plato más suculento tenga que ver con la vida sexual del hackeado. Sin embargo, la cosa se pone más sórdida si las inclinaciones del expuesto incluyen a niñas y niños. Y, aún siendo sórdido, también es cada vez más habitual.

Es el caso del último destape de información realizado por Anonymous hace unos días, en el cual, sin revelar nada realmente novedoso, volvió a salir a la luz la ingente cantidad de famosetes “presuntamente” implicados en la red de suministro de niñas y niños para prostituirlos que tenía montada el malmuerto Jeffrey Epstein. Estas menores, acababan en manos de modelos, actores, políticos, realeza, cantantes, y un sinfín de malnacidos abusadores de menores, presuntamente, que quedaron a salvo de la justicia gracias a un acuerdo de no enjuiciamiento negociado para su clientela por el propio Epstein.

Pero el tema de la pederastia no es ni exclusivo de un territorio, ni de una clase social, y ni si quiera es nuevo. Cada pederasta abusa y viola a menores según sus posibilidades económicas. Por maltrecho que esté su bolsillo, los hechos nos han demostrado que siempre hay una niña o un niño vulnerable al que manosear o destrozar por diez euros.

Y la verdad es que el gusto de muchos depravados por abusar de menores viene de muy lejos y está muy arraigado también en España, donde hemos tenido casos que la prensa hizo míticos. Acuérdense si no del famoso “Caso ARNY”, hace ya más de 25 años en Sevilla, en el que se implicó, juzgó, y se absolvió, a un montón de gente conocida.

En Sevilla también tuvimos otro caso de pederastia mezclado con el papel couché, el del Duque de Feria, que acabó muriendo en la cárcel en el año 2001. Curiosa costumbre de morir entre rejas esta de los abusadores.

Sin embargo, conforme va pasando el tiempo, lejos de aminorar este delito, crece de manera muy preocupante. Fue en 2011 cuando se desarticuló en Europa, en la operación “Calando/Rescue”, la mayor red de pornografía infantil, que tenía más de 70.000 mil usuarios, y ramificaciones en más de una decena de países, incluido España, donde hubo 71 detenidos.

Pero recientemente hemos tenido muchas actuaciones policiales contra la pederastia, que han interceptado auténticas factorías de pornografía, abuso y violencia infantil, incluso hasta la muerte, en nuestro país. En 2018, se desarticuló una red internacional de prostitución de menores vulnerables en el barrio valenciano de El Cabañal, en la que se contabilizaron 80 menores víctimas, sólo en España. Llegaron a vender material a 550 clientes de 44 países diferentes.

Al año siguiente, en 2019, fue en Tarragona donde se finiquitó otra red de abuso de menores y distribución de pornografía infantil, a nivel internacional, que operó entre 2008 y 2016, prostituyendo a menores vulnerables, de entre 11 y 16 años, a cambio de comida, regalos y droga, algunos de ellos tutelados, y para los que la fiscalía acabó pidiendo 3.700 años de cárcel, para los 4 acusados. El pasado 21 de abril se dictó sentencia que los condenó a 96 pírricos años de cárcel, entre los 4.

En este 2020, en la semana del 24 a 31 de marzo, en pleno confinamiento por la Covid-19, fuentes de la Unidad de Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional advirtió de que el consumo de pornografía infantil en internet en España había aumentado un 25%.

Además, en los foros de pedófilos se relamían preguntándose si la situación de extrema necesidad económica de algunas familias llevaría a que hubiera más niños “disponibles” en las redes de pornografía infantil. Y eso es así porque no podemos olvidar que los abusadores infantiles suelen estar en el entorno familiar y cercano del menor en la inmensa mayoría de los casos. Los abusadores los exponen y los pederastas los consumen. Un auténtico asco. Que no es exclusivo de España, sino que se da en el mundo entero.

Y, en medio de este crecimiento del consumo sexual de niñas y niños, hay quien ha aprovechado para reivindicar la legalización de la pedofilia y la desaparición de la misma de la lista de patologías mentales de la OMS. Se hacen llamar MAP (Minor-attracted person o “Persona atraída por menores” en castellano) y se dejan ver alegremente por las redes sociales en todo el mundo. Dicen promulgar el “amor libre” sin límite de edad. Y son muchos.

En esta época de neoliberalismo exacerbado y de ultra capitalismo descarnado, en el que partidos políticos que ostentan ministerios como el de Igualdad, defienden que la prostitución es un “alternativa de supervivencia femenina”, y otros partidos políticos, que ahora no ostentan ningún ministerio, pero que harán lo que haga falta para hacerlo, defienden que vender a tus hijos a un loco caprichoso es lo más feminista que hay, quien sabe si, en no muy lejano espacio de tiempo, admiten esta nueva versión viciosa de que el “amor no tiene edad”, y le compran la moto a estos pederastas ocultos, de nuevo, tras el neolenguaje, sin duda, el arma de destrucción masiva del pensamiento crítico más peligrosa del siglo XXI.

Si esto fuera así, quizá veríamos como se considera legítimo el matrimonio infantil, que casa a 23 niñas cada minuto en el mundo, al ser vendidas por sus familias. Estas niñas acaban muriendo por las violaciones de la noche de bodas, o muriendo de parto o como criadas para cualquier hombre que considera legítimo violar a una niña.

Quizá también empezaríamos a aceptar que lo que hace Boko Haram, cuando secuestra a miles de niñas de los colegios y las hace esclavas sexuales para sus guerrilleros si, en el fondo, pues no nos horroriza tanto si eliminamos la variable de la edad. Cualquier cosa es posible en este momento de ausencia casi completa de vida inteligente post-pandemia.

Según UNICEF, 120 millones de niños y niñas fueron abusados sexualmente en 2014. Quizá no podemos intervenir en lo que pasa en la región del Lago Chad o en Yemen, pero si podemos hacerlo en aquellos que son grabados y consumidos por nuestros conciudadanos pederastas. Como hizo Anonymous, hay que dejar a los pederastas al descubierto.

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