Opinión

El discurso de sus majestades

El resumen del año puede ser muy breve, ya que, en términos generales, ha sido rematadamente malo. En lo personal no me puedo quejar, la verdad. Pero en el resto ha sido una birria. Una pandemia cuyo origen sigue sin aclararse. Tan solo sabemos que viene de China y en ese país, se está imponiendo penas de cárcel muy severas a quien hable del tema. No hace falta ser Sherlock Holmes para sacar conclusiones. Recuerden su máxima: cuando todo lo imposible queda descartado, lo demás, por improbable que parezca, será lo acertado.

En cuanto a lo que nos afecta aquí, por segunda vez esperé con expectación el discurso de D. Felipe VI. Víctimas de la pandemia, la pandemia en sí, las consecuencias económicas, ni lo uno ni lo otro nos van a doblegar y la referencia a su señor padre diciendo que los principios éticos están por encima de los lazos familiares.

A la derecha le ha estado bien. Al PSOE, muy en esa línea meliflua ya iniciada por el clan bienqueda que domina la sucursal catalana (supongo que para poder desdecirse según le convenga), las palabras de D. Felipe VI le han parecido correctas aunque mejorables. Es decir, han soltado una perogrullada mayúscula y se han quedado muy descansados. Eso es compromiso y mojarse el culo, sí señor.

El resto de partidos se han rasgado las vestiduras (si es que les queda alguna por cuanto cada semana están con lo mismo). Echenique, ha largado dos tweets muy divertidos:

“Podría haber explicado por qué ocultó (durante 2 elecciones generales) que (al menos) desde marzo de 2019 conocía los negocios turbios de su padre y por qué sólo lo reconoció el 15/03/2020, con España en shock por el confinamiento y tras publicarlo el Telegraph” y “Podría haber condenado explícitamente las actividades corruptas de Juan Carlos I y su evasión fiscal. Pero no. Nada de nada. Nos ha dicho un montón de cosas que ya sabíamos y, respecto del elefante en la habitación, se ha citado a sí mismo en 2014… como si no hubiera novedades”.

Sin que sirva de precedente, Echenique tiene razón. El rey de España podría haber dicho más cosas y citar explícitamente a su señor padre. Pero en caso de haberlo hecho, debería haber citado igualmente que el padre del Sr. Iglesias (sin conocer si se manchó las manos de sangre) perteneció a un grupo terrorista. Podría haber citado las actividades corruptas de Podemos, incluso cuando estaban Errejón y Monedero dentro de ese partido. O podría haber citado que Pablo Iglesias mintió a la Administración de Justicia con el único propósito de obtener rendimiento político. Incluso podría haber establecido una comparativa entre los choriceos de Monedero, los de Echenique y los del emérito. Y si Podemos quiere que Felipe Vi expulse a Juan Carlos I de la familia real, lo suyo sería que se autoexigiera que expulsara al propio Echenique o a Iglesias de la familia podemita. Total, están todos en la misma línea…

Por lo que afecta al resto de quejicas, la inefable Laura Borrás (futura marioneta de Puchi como candidata a la Generalitat) manifestó que “El hijo del rey (d)emérito ha osado hacer mención a principios democráticos, principios morales y éticos y de coherencia con sus convicciones y ni se ha sonrojado”. Y esto lo dice una señora cuyo líder está fugado de la justicia; cuya formación también está en el punto de mira de la justicia por financiación irregular; cuyo correligionario Eduardo Pujol (el gordo del espía que lo seguía en patinete o el de que la falta de camas hospitalarias distrae de la independencia) está dimitido por acosar sexualmente a algunas compañeras de trabajo.

Marta Pascal, la líder del partido de Artur Mas, dijo que el mensaje navideño del Rey tuvo "insensibilidad y poca capacidad de tener empatía hacia las familias que están sufriendo". Será que los Pujolone han tenido mucha sensibilidad para repartir lo trincado.

D. Felipe, junto con la referencia explícita a papuchi también podría haberse referido a algunos de estos puntos concretos. Ciertamente, hubiese sido lo correcto. Igual de correcto que Rufián intente colar cada día alguno de sus gilipolleces y encima cobre por ello. En resumen, las mismas chorradas de siempre de unos y otros mientras viven de todos.

Curiosamente, la tarde del mismo día 24 de diciembre recibí un discurso de otra Majestad. Monté en un taxi y el chofer me recibió con un “Aleluya”. Conocedor de mi absoluta ausencia de santidad o deidad y extrañado por su exclamación, inquirí el motivo de la misma y me contestó que era el primer cliente que tenía desde las 5 de la mañana que estaba circulando.

Estuvimos hablando de lo mal que estaba la situación económica y de lo triste que se veía Barcelona. El pobre hombre, con una dignidad absoluta, me confesó que les había tenido que decir a sus hijos de 11 y 6 años, que ese año Papá Noel no podría ir a su casa por culpa del coronavirus y que como los viajes estaban prohibidos, los Reyes Magos tampoco podrían ir.

Ese taxista, que se me confesó conductor asalariado del banco (ya que estaba pagando el préstamo concedido para pagar la licencia al Área Metropolitana de Barcelona), me dio una auténtica lección de coraje, humildad, buen humor e inventiva. El día 24 de diciembre de 2020 descubrí que un auténtico rey de corazones me había llevado durante un breve instante de mi vida. Además, me dio un discurso mucho más profundo y sincero que el que oiría al cabo de unos minutos. ¿Y mi reacción? Sin decir nada, le dejé en el hueco de la cortina el triple del precio de la carrera, le deseé feliz Navidad y bajé del vehículo. Me enseñaron que las lecciones se deben pagar.

"Aquel que solo escucha es el peor de todos los que escuchan"
Charles Dickens

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