
Este martes, 5 de noviembre de 2019, han aparecido pasquines pegados en Barcelona donde se señala a seis periodistas como «Terroristas de la información al servicio del Ibex 35. Sicarios del poder». A continuación, vienen las fotografías de los seis y una descripción de su supuesta filiación política, con algún adjetivo descalificativo y el medio en el que colaboran. La hojita de marras termina exigiendo «que se queden en Madrid». Quemar fotos del rey es libertad de expresión. Pero ésta se nos niega a quienes disentimos del independentismo.
Ante este nuevo escalón de violencia, personalmente se me revuelven las tripas y se me enciende la sangre. Por el contrario y desde esta tribuna, no puedo dar la razón a los violentos. Es más práctico analizar algunas cuestiones.
¿Por qué hemos llegado a esto? Porque se ha permitido un caldo de cultivo denso y espeso que ahora está empezando a hervir. La educación sectaria; el buenismo y el victimismo convertido en religión; la permisividad policial y judicial; la impunidad —de facto, vía indultos— penitenciaria; la desidia en las inversiones (¿no mayor que en otras regiones del estado español?); la absurda idea inculcada desde la infancia de que los catalanes somos mejores y superiores; la regalía y el despilfarro sin control de los gobernantes autonómicos con la táctica aceptación desde Madrid; el lucro desmesurado de los denominados ‹prusesitas›, que son aquellos dueños de medios de comunicación y productoras que viven de atizar la leña en esta hoguera; y un largo etcétera.
Los blanqueadores oficiales del independentismo —Rahola al frente— alegarán que es obra de cuatro descerebrados y que no se les debe dar importancia por no ser representativos. Pero ni la Sra. Budó, portavoz del Govern de la Generalitat, con esa sempiterna cara de asco, ha condenado esos panfletos ni sus amos Torra y Cocomocho se lo permitirán. Y mucho menos la otra descerebrada de la Paluzie, que ve positiva la violencia como escaparate de la situación actual. Así pues, el activismo violento seguirá imperando en nuestra política y sociedad. Y ahora, ¿dónde se esconde Risto Mejide con su camisa acusadora de «prensa española manipuladora»? ¿Tras su inmenso ego?
¿Se acuerdan de las detenciones de periodistas en el franquismo? ¿De las desapariciones de los plumillas con Stalin o en Cuba? Históricamente, la situación recuerda demasiado a los albores de cualquier régimen totalitario en vísperas de su llegada al poder. En 1933, en Alemania, existían 4.700 periódicos de difusión diaria. Con la llegada al poder del régimen nazi, apareció el pensamiento único y también la prensa única.
El 14 de abril de 1943, Goebbels escribió en su diario «Cualquier hombre que aún conserve algo de honor deberá tener mucho cuidado de no convertirse en periodista».
«Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada"
-Martin Niemöller-