Opinión

Madrid siempre dijo no

Como indica el título, el gobierno de la nación siempre dijo NO a los desvelos independentistas. Nunca aseguró que Cataluña tenía derecho a la autodeterminación ni a un referéndum de autodeterminación. Nunca dijo que Cataluña entraría inmediatamente en la Unión Europea. Nunca dijo que la hipotética república catalana recibiría alguna clase de reconocimiento internacional o que la ONU atendería las denuncias indepes. Nunca dijo que se restituiría a los políticos cesados en sus cargos. Nunca dijo que el ejército entraría en Cataluña, a pesar de que así se sostenga desde el Palau de la Generalitat cuando se refiere a aquellos cuatro soldados estuvieran tomando una cerveza al volver de maniobras camino de su cuartel.

España, guste a los indepes o no, está permitiendo el derecho a la expresión y a la manifestación con absoluta libertad, incluso en claro perjuicio de los que no somos indepes y de nuestra libertad de tránsito o el miedo de nuestros hijos. Tan es así que esos independentistas se ponen tibios en asadores castellanos antes de irse a manifestar y pasear orgullosos su patetismo. De hecho, el simple hecho de que puedan decirlo libremente contradice su versión de que España no es una democracia.

Quienes han ignorado los avisos del Tribunal Constitucional,los del Consell de Garanties Estatutàries, los dictámenes de los juristas del Parlament y los consejos de la Comisión de Venecia (dictó una resolución contraria al Referéndum y dijo que no cumplía los parámetros legalmente establecidos) fueron los políticos catalanes juzgados y condenados por sedición y malversación. El estado español les avisó por activa y pasiva que de continuar en esa progresión cometerían un delito, incluso si parte de ese delito es poner unas urnas. Y los delitos tienen respuesta judicial.

Quienes dijeron –Artur Mas el primero en 2015- que no pasaría nada si se iban 4 empresas y que los bancos no se marcharían, fueron los sediciosos Junqueras y compañía, junto con la clac subvencionada. Ya son más de 5.400 empresas que se han ido. Las primeras, los bancos catalanes.

Quienes dijeron que se debería sacar el dinero de los bancos y mantener los depósitos en bancos afectos al régimen fueron los indepes. Otro fracaso.

Quienes dijeron que Cataluña tendría estructuras de estado para luego decir lo contrario en su juicio fueron los políticos sediciosos y malversadores condenados por ello. Apoyados, entre otros, por la Verdulera Mayor de la República que en ese sentido promocionó el Libro Blanco de la Transición Nacional de Cataluña. Libro que se publicó sin ninguna clase de censura. Y continúa haciéndolo desde la privilegiada tribuna de la cambiante y vergonzante La Vanguardia.

Quienes dijeron en vísperas del 1-O de 2017 que en18 meses se obtendría la república fueron los políticos sediciosos y malversadores y algún otro como Rufián. Estamos en 2019 y todos ellos siguen teniendo pasaporte español.

Quienes mantienen que son depositarios del mandato popular son los políticos indepes y jamás han tenido el 50% de los votos.

Quien aseguró que la declaración de independencia era un gesto simbólico cuando hizo todo lo contrario fue la sediciosa Forcadell.

Hasta aquí los hechos. Algunos pocos, la verdad.

Veamos las preguntas que surgen a raíz de estos hechos.

Si Madrid dejó las cosas claras desde un principio, ¿Por qué los políticos indepes no buscaron una mayoría democrática en lugar de quebrantar la ley? ¿Porque conocían su impotencia?

¿Por qué los no contentos con la sentencia del Tribunal Supremo se quedan lesionado policías y rompiendo convivencia y mobiliario urbano en Barcelona en lugar de irse a Madrid? ¿Porque ahí seguro que habrán menos miramientos?

Si el ceporro más grande del reino es capaz de entender quién mintió y quién no, ¿por qué no se va a manifestar o montar bronca delante de las casas de los mentirosos y sus voceros? ¿No sería más coherente llamar mentirosos a los sediciosos Junqueras & Cía y a Rahola en lugar de llamar traidor a Buch?

Si los mentirosos se están librando de la consecuencia de sus mentiras, ¿no será que alguien está dirigiendo a la masa para evitar responsabilidades?

¿Por qué nadie pregunta a Mas por sus mentiras? ¿O a Tardá? ¿O a Rufián? ¿O a la Paluzie? ¿O a los sediciosos y malversadores condenados? ¿Por qué no hay ningún medio de comunicación que dedique un debate a estas mentiras? Tan solo bastaría un simple equipo de documentación que recogiera todas las trolas soltadas por los indepes e irlas desgranando en una pantalla para que vayan justificando. O intentándolo. ¿Será que no hacer ese debate es matar una fuente constante de noticias?

¿Por qué lo llaman revolución cuando no es más que una pantalla para seguir viviendo y cobrando sin justificarse?

Así nos encontramos con “héroes de las barricadas de Barcelona”, que luego lloran como niños en comisaría y en el Juzgado de Guardia, exhiben su origen rumano y callan cuando se les pregunta por el saqueo de la tienda. Su revolución lo es por un Iphone 10 y por el enardecimiento de los mentirosos de siempre.

Hace ya muchos años, los mineros de Asturias lucharon por su puesto de trabajo. Fue una lucha dura de verdad. Donde luchaban por su pan. Donde marcharon a Madrid y en Madrid se les aplaudió a su paso aunque no estuvieran de acuerdo. Como me dijo un amigo, si estos cobardes de aquí y ahora “tuvieran una mínima idea de lo que significa dignidad y honor… Si estos nuevos ricos burgueses elitistas supieran qué es una revolución y los motivos legítimos que la puedan sostener… Fuera de eso, no es más que un montón de chavales que no están más que defendiendo a sus explotadores”.

Somos un país que exige unos derechos inexistentes igual que exige la restitución de la memoria histórica y exhumar los restos de nuestro último dictador. Pero no queremos recordar que nuestro pueblo a ese mismo dictador morir de viejo en su cama. Mientras Franco vivió, muy pocos tuvieron el valor de defender unos derechos sindicales porque sabían que recibirían palizas en los calabozos y volverían ensangrentados a casa después de varios días de angustia de la familia.

Los independentistas de ahora son los herederos de aquellos que se quejaban de Franco con una copa de whisky de malta en las mesas y barra de Bocaccio. El resto de entonces como el de ahora, la inmensa mayoría, procuraban/procuramos, dar una vida lo mejor posible a nuestras familias.

La Cataluña indepe está haciendo lo mismo que el resto de una parte de España. Exige cosas que nunca ha tenido ni gozado y no dudan en mentir y retorcer la verdad, pero proyectando su mentira sobre el contrario para aparecer como perpetua víctima.

Si tan valientes y coherentes somos, destruyamos la Mezquita de Córdoba o la Alhambra porque fue el palacio de una monarquía absolutista y dictatorial que negaba el hecho diferencial cristiano. O el acueducto de Segovia, las murallas de Tarragona o el subsuelo barcelonés, que nos recuerda a los opresores romanos. Y así, ad infinitum.

Las guerras son de quien las gana. Quien las pierde debe saber asumir su derrota. El resto es venganza tardía de patio de colegio que solo puede reavivar un fuego que ya estaba extinguido. Los sediciosos condenados y los que los apoyan sabían de antemano que nunca podrían ganar la mentira (ni a guerra llegan) del independentismo. Y aún así continuaron. Que acepten las consecuencias de sus actos y paguen por ello, dejando al mayoritario resto de catalanes vivir y trabajar en paz.

El casu ye que ca poco, el casu ye que ca poco
La muerte llama a conceyu, mira, mira Maruxina, mira
Mira cómo vengo yo
La muerte llama a conceyu, mira, mira Maruxina, mira cómo vengo yo
-“Santa Bárbara bendita”, himno de los mineros-

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