
Decía ayer que debemos ser prácticos. Tan solo bastan 500.000 firmas para hacer llegar al Congreso una proposición de ley que reforme el Código Penal. O un partido que cumpla lo que prometa (si alguno se atreve) y cambie el Código Penal. Ya que las penas privativas de libertad ni sirven ni van a servir de nada, ataquemos el bolsillo. Como me hizo ver un antiguo amigo, empresario gallego nacido en Barcelona, se trataría de lo siguiente.
Partiendo de la base que la Constitución miente cínicamente al presuponer que la cárcel tiene por misión la reinserción del preso, sigamos con el mismo paripé: hagamos que antes de entrar en prisión, todos se lo piensen mucho para “reinsertar el pensamiento delictivo antes de la comisión del delito”.
Ello obliga a más efectivos policiales, no para reprimir, sino para detener. Más cámaras de visión nocturna que identifiquen presuntos delincuentes y evitar fallos en las condenas. Más jueces de guardia: tanto para instruir como para juzgar con juicios rápidos. Y un cambio en la penalidad de los diferentes tipos delictivos que concurren en estos casos.
Y no 200 detenidos. Desde el primer día detengamos a 500. De ellos y a los declarados culpables y mayores de edad, se les impone una multa de 10.000 euros cada uno. A los menores, multa de 5.000 euros cada uno y 1000 horas de servicio social (limpiar calles, etc). Por los menores de edad, responden patrimonialmente los padres. Supongamos que los 500 detenidos son declarados culpables. Pongamos que 400 son mayores de edad y son condenados a una multa de 10.000 euros. Ello significaría 4.000.000 de euros. 100 culpables menores de edad a 5.000 euros cada uno, conllevaría 500.000 euros y 100.000 horas de trabajos para la comunidad. Si los menores no pagan su multa, la pagan los padres y si éstos no pagan, se les embargan bienes.
Si los detenidos y declarados culpables lo han sido en delitos contra infraestructuras importantes, aumentemos las multas. Las referidas a las carreteras cortadas a 12.000 por condenado. Tren AVE, a 15.000 por condenado. Puerto marítimo, a 20.000 por condenado. Aeropuerto 25.000, por condenado. Los intereses en caso de impago, que sean los judiciales, consistentes en el interés legal del dinero, pero aumentado en 2 puntos.
Al que no pague, le irá subiendo el interés y pronto acabará doblando la multa inicial. No podrá tener una cuenta corriente en España en su vida. Ni un piso, ni un alquiler. Nada. Eso no hay caja de resistencia que lo soporte.
Los primeros en frenar a los menores serán sus padres, tal como sucedió con la Kale Borroka. ¿Y los que se declaren insolventes? No pasa nada.
Cambiemos la ley para que la deuda con el Estado por delitos no prescriba jamás. Ni los antisistema pueden vivir toda su vida al margen del sistema. Al reincidente, se le tripla la multa y se le condena a 3 años de prisión, sin revisión de condena ni acceso a beneficio penitenciario.
No me olvido de mis compañeros de profesión. ¿Y los abogados que ayudan públicamente a sus clientes a esconderse de la acción de la justicia?.
Teóricamente deberían ser declarados cómplices. Seamos benévolos con los cómplices. Bastaría con que se les impusiera la multa en su mitad. Y que no dejen de ejercer, así podrán pagar. Una vez satisfecha la deuda, se les aplicaría la suspensión del ejercicio como abogados. Lo mismo con los medios de comunicación que les dan pábulo.
Esta puede ser una explicación del motivo por el que no triunfará una revolución así en Cataluña, ni en España: porque no pasamos hambre. Los almogávares, los conquistadores o los tercios de Flandes buscaron su riqueza y bienestar despreciando sobornos por escasos o ignominiosos para su dignidad. Como Esaú y las lentejas, ahora nos comemos nuestra dignidad por un salario.
Un caso muy llamativo fue el de los 13 de la fama de Pizarro. El descontento entre los soldados de Pizarro era muy grande: llevaban varios años pasando calamidades sin conseguir ningún resultado. En la isla del Gallo, Pizarro intenta convencer a sus hombres para que sigan adelante, sin embargo, la mayoría de sus huestes quieren desertar y regresar. Allí Pizarro, con su espada, traza una raya en el suelo de la isla obligando a decidir a sus hombres entre seguir o no en la expedición descubridora: «Por este lado se va a Panamá a ser pobres. Por este otro al Perú a ser ricos. Escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere». Tan solo cruzaron la línea trece hombres: los "Trece de la Fama".
Pizarro llegó a ese punto con siete lanzadas y su lugarteniente Almagro, tuerto (en este terreno, aquí ya hacemos algún progreso). O la de unos antepasados míos, Francisco de Montejo (padre e hijo), que la liaron parda en México tras descubrir la península del Yucatán, fundar la ciudad de Mérida y luchar por lo que realmente querían. El padre apostó y perdió fortuna y vida, pero no la dignidad. En la Mérida mexicana todavía se erige, orgullosa, la estatua del padre e hijo.
¿Se imaginan a Torra, Puigdemont, Mas o Pujol de esa guisa, luchando de verdad por lo que dicen que defienden? Quienes mintieron fueron ellos, tanto Mas y Puigdemont como Torra, Junqueras o Rufián.¿Pueden ver a esos abogaditos cómplices de sus clientes arriesgándolo todo por lo que desean? ¿O a los burguesitos catalanes, donantes de dinero a este lado del Ebro para conseguir contratos y reclamar justicia pero pidiendo orden al otro lado del Ebro? ¿No les recuerda esto al Pablo Iglesias que decía que no cambiaría de barrio para no perder contacto con su gente, con las necesidades del pueblo? ¿Al que disfrutaba cuando veía como las masas pegaban al mismo policía que ahora protege su casoplón de Galapagar? ¿Al mismo Iglesias que definía los escraches como baños de realidad pero que los denuesta ahora por excesivos? ¿No hay escraches en Av. Príncipe de Asturias donde vive (o vivía) o trabajaba Torra? ¿O en Waterloo? ¿O en la calle Tuset de Mas?
En mi caso no puedo imaginarme todo eso. No por incapacidad de visualizar a tan ilustres personajes siendo valientes. Es que no llego a ese punto porque se me escapa la risa. Qué diferencia entre estos mis actuales paisano y aquellos almogávares que quemaron sus barcos para no caer en la tentación de la huida y que pasaron a cuchillo a los bizantinos por no pagar lo que creían que era suyo.
Hemos sufrido unos disturbios muy graves en Barcelona, pero que no han llegado al fin de semana porque el baranda ve peligrar su silla y lo corta antes. Es como el “miniyo” de Austin Powers: una revolucioncita laboral. De lunes a viernes, en horario nocturno, pero no más de 8 horas. Terrible para quienes lo sufrimos, pero no sangriento para la mayoría. Tan solo para 300 policías a los que Torra no ha dado las gracias y cinco “minirevolucionarios”. Actualmente, no somos serios ni para montar bronca. La única consecuencia de todo esto es la degradación, ya agonía, de Cataluña en general y de Barcelona en particular.
Tan solo nos queda, como decía antes, ser prácticos.
Desde aquí y a título personal, muy personal, digo a los Mossos y al CNP: gracias, gracias y gracias. Buena suerte, buen servicio… y mejor mando.