
El pasado domingo 23 de agosto de 2020 he visto sorprendida mi fe en la estulticia de los líderes máximos de la secta indepe. Sufrimos la secta de Podemos y por mi tierra padecemos la secta indepe catalana, más antigua y con más solera, ¡dónde va Vd. a parar!. Cuando creía que Puigdemont y Torra no podrían llegar más allá en el desarrollo de su grado de estupidez me han sorprendido poniendo el listón más allá de cualquier récord que la raza humana pueda alcanzar jamás.
El caso es que Puigdemont ha aprovechado la tabarra que supone el cónclave indepe de los cursos de verano de Conflent (Francia) que pomposamente se llama Universidad Catalana d’Estiu de Prada de Conflent, para acercarse a Collioure y visitar la tumba de Antonio Machado y su madre. El sumo pontífice en la tierra del dios Puigdemont que es Torra ha acudido raudo a la población francesa para besar los pies de su dios y salir en alguna foto con los brazos en jarra como una cantante de jotas, pero con el gracejo y la simpatía que caracterizan a Torra.
La noticia la he leído en La Vanguardia y la verdad, no sé que lejía habrá ingerido el redactor de la noticia, ni por qué vía (aunque presupongo la rectal), porque en modo alguno refiere Conflent o Colliure como poblaciones del sur de Francia.
Ahora es Catalunya del Nord. Collioure es Cotlliure. Y no es un error de imprenta, no. El hombre, a pesar de redactar en español, se ha esforzado en mantener la voz catalana Cotlliure. En el idioma de Cervantes, esta población se denomina Colliure. En francés es Collioure (pronunciado Colliur) y en catalán (de ahora) Cotlliure. Digo yo que debes mantener los topónimos o en su idioma de origen (occitano, en este caso) o bien, en el idioma en el que escribas la totalidad del texto, en este caso español. No me vale la posible alegación de que el idioma de origen es el catalán, porque el original, allende Pirineos, es el occitano y no el catalán. Consecuentemente, si se exige mantener la toponimia en catalán (por ser el pretendido idioma original), que la TV pública catalana deje de pronunciar “Londra” o “Nova York” y diga London y New York.
Será que el redactor de La Vanguardia debe aspirar a algún puestazo en la actual administración catalana y está haciendo méritos.
Disquisiciones filológicas aparte, el caso es que los tweets de los próceres y preclaras mentes catalanas de la ocasión son de pala. El primero, de Torra, dice “Rencontrados en casa con el presidente @KRLS (ya se sabe que Puigdemont es un moderniqui y escribe su nombre en Tweeter con K). Hemos aprovechado para visitar la tumba de Antonio Machado”. A su vez, el de Puigdemont dice “Siempre que visito Cotlliure (otro metido a filólogo de barra), desde los años 80, aprovecho para hacer una visita a la tumba de Machado y de su madre, Ana Ruiz, muertos en el exilio. Hoy he tenido el honor de hacerlo con el presidente Quim Torra i Pla (¡y tan plano, desde luego!), reencontrados en tierras catalanas”.
Y hete aquí (oh campos de Cataluña, oh mustios incultos, por parafrasear al propio Machado) que descubrimos que Puigdemont, nacido en 1962, dedicaba su vigésima década a visitar la tumba de Machado mientras todos los demás entre 20 y 30 años pensábamos en ligar y divertirnos. Eso sí, casi todos sabíamos un pequeño detalle sobre Machado (incluso los educados en el franquismo). Resulta que Machado era opuesto a todo sentimiento nacionalista. Especialmente era contrario al nacionalismo catalán. Cito al propio Antonio Machado, cuando en privado, manifestaba el 2 de junio de 1932 su hostilidad al Estatuto de Cataluña:
“Razón tienes, diosa mía, cuando me dices que la República -¡tan deseada!- yo confieso haberla deseado sinceramente- nos ha defraudado un poco. La cuestión de Cataluña sobre todo, es muy desagradable. En esto no me doy por sorprendido, porque el mismo día que supe el golpe de mano de los catalanes lo dije: “los catalanes no nos han ayudado a traer la República, pero ellos serán, los que se la lleven”. Y en efecto, contra esta República, donde no faltan hombres de buena fe, milita Cataluña. Creo con Don Miguel de Unamuno que el Estatuto es, en lo referente a Hacienda, un verdadero atraco, y en lo tocante a enseñanza algo verdaderamente intolerable. Creo, sin embargo, que todavía cabe una reacción a favor de España, que no conceda a Cataluña sino lo justo: una moderada autonomía, y nada más.”
Así pues, me asaltan las siguientes dudas:
1º.- Puigdemont y Torra no tienen ni idea de quién fue Machado en realidad y no pasan de conocer alguna poesía gracias al disco de Serrat (siendo generoso).
2º.- Puigdemont y Torra, siguen sin saber quién fue Machado en realidad, pero les importa un pimiento y creen que salir en una foto ante su tumba, les aumentará la parroquia más allá del Ebro.
3º.- Puigdemont y Torra ingieren sustancias prohibidas (al igual que el redactor de la noticia de La Vanguardia) al consumo humano y solo les importa su dosis diaria para alcanzar ese estado de psicodelia alucinógena permanente en que parece que se han instalado definitivamente.
4º.- Puigdemont y Torra (suponiendo que Torra tenga criterio propio) han visto la luz, como San Pablo camino de Damasco, y desde ahora van a ser firmes defensores del autonomismo.
En su defensa, podrían alegar que van a visitar la tumba de un gran poeta muerto por la barbarie franquista y que el estado actual sigue siendo franquista y bla, bla, bla, bla. Pero lo cierto es que nadie les censura sus salidas de pata de banco, sus opiniones (por surrealistas que sean), y que nadie va a la cárcel por defender ideas sino por contravenir la ley. Y si se limitan al homenaje al poeta, bastará recordar las aberraciones de uno y otro, especialmente Torra, en contra de todo aquello que suene español (ya sabemos todos que para los indepes lo español, por definición, es anti catalán). En definitiva, o son incultos o son tontos de remate o son cínicos (en contra de sus propios votantes) o han visto la luz y abrazan el constitucionalismo.
“De aquellos de quienes se dicen ser gallegos, catalanes, vascos, extremeños, castellanos, etc., antes que españoles, desconfiad siempre. Suelen ser españoles incompletos, insuficientes, de quienes nada grande puede esperarse”.
Antonio Machado